Para un club que ya había sido apellidado en tres ocasiones desde su fundación en 1946, la nueva designación no acarreó tribulación alguna. Hace un año, por estas mismas fechas, el líder de Chechenia, Ramzán Kadírov, agarró su ordenador y, quién sabe si en un arrebato, tecleó un mensaje en su cuenta de Instagram, sitio que meses después sería bloqueado por la misma red social: «Es un gran honor para mí informar a todos los seguidores de que el club de fútbol de Grozny (capital chechena) se llama ahora Akhmat».

A nadie le pilló por sorpresa. La principal mezquita local también había sido nominada como ‘Akhmat Kadírov’, así como el estadio de fútbol, el modernísimo Akhmat Arena, con capacidad para 30.000 espectadores; por no mencionar ya a esos clubs de artes marciales rotulados con el nombre ‘Akhmat Kadírov’, que crecen como champiñones en la república chechena y son frecuentados por guardaespaldas inflados a golpe de hormona y apodados, cómo no, los ‘kadirovtsi’.

Con su notificación en red, el presidente Kadírov, el hombre que dijo que en Chechenia no existían homosexuales y que permitió a uno de sus jefes de policía casarse con una mujer décadas más joven y en segundas nupcias pese a que la ley rusa prohibe la poligamia, solo quería homenajear a su guía, su ídolo y su fuente de inspiración: su padre Akhmat, muerto en el 2004 en un atentado tras haber colaborado con Moscú durante la segunda guerra chechena para restaurar el orden del Kremlin en el territorio caucásico.

Es un secreto a voces que el líder checheno no encaja con deportividad las contrariedades futbolísticas. En el 2013, tras ser expulsado uno de los jugadores locales en el minuto 83 durante un encuentro en Grozny con el Rubin Kazán, ni corto ni perezoso se fue a megafonía y desbarró contra el colegiado a través de los altavoces del Akhmat Arena: «¡El árbitro ha sido comprado; eres un cabrón!», gritó.

Romario, Bebeto, Luis Figo, Diego Armando Maradona, todos ellos son viejas glorias del balompié que han aceptado, previo pago, ir a Chechenia para jugar amistosos contra equipos en los que el presidente checheno ha vestido la camiseta del club local. Ninguno de ellos parecía estar por la labor de importunar a su anfitrión. Es más, en uno de esos encuentros el jugador Kadírov marcó tres goles.