Alemania busca un seleccionador ganador para preparar el duro camino hacia el Mundial-2006 y resulta que lo tiene en casa: Otto Rehhagel. El Rey Otto , el único Dios de la Atenas moderna, se consagró ayer en Lisboa. En el estadio Da Luz. En Portugal. En territorio del enemigo. Y lo hizo al frente de una selección modesta: Grecia. Al frente de un grupo de jugadores desconocido al que la mayoría no hubiera saludado por la calle hace un mes. Pero él es un ganador nato y lo ha demostrado. Su triunfo es el éxito de un técnico que destaca como conductor de grupo. El de un entrenador que ha sabido dominar un vestuario en el que la mitad de jugadores apenas se hablaba entre ellos cuando llegó a la Eurocopa.

El suyo no ha sido un trabajo fácil. Dicen los periodistas helenos que siguen a la selección que si entendiera el griego se hubiera liado a tortazos más de una vez con algún jugador. Sobre todo con los del Panathinaikos y los del AEK de Atenas. Pero hay ciertas cosas que Yannis Topalidis, su ayudante y traductor al estilo de José Mourinho con Bobby Robson en su etapa en el Bar§a, nunca le ha querido traducir. No se ha atrevido. Pero él vive mejor así. Se limita al ceia sou (Hola), al adio (adiós), al paracalo (por favor) y se ha aprendido los versos del himno nacional. Nada más.

No se aparta nunca de sus disciplinados métodos de trabajo. De esos que aprendió en los 821 partidos que disputó como jugador del montón en el Bundesliga . De esos que le llevaron a ganar dos Bundesligas con el Werder Bremen (1988 y 1993), además de la Recopa conseguida en 1992, y un título de liga con el Kaiserslautern (1998).

Rehhagel, que tiene contrato hasta el 2006, puede escribir un libro de sus vivencias en esta Eurocopa. Sería todo un best seller . Un número uno en ventas. Podría explicar cómo logró la paz entre los jugadores del AEK de Atenas (Kapsis, Katsouranis, Lakis, Tsartas y Zagorakis) y Nikolaidis. El jugador del Atlético de Madrid quiere convertirse en el nuevo presidente del club y ya ha amenazado con reducir el sueldo a los jugadores para sacar al AEK, que debe casi 110 millones de euros, de la crisis. Pero áun hay más. Rehhagel se enfrentó a una amenaza de plante de los jugadores porque la federación griega les prometió, en un principio, 300.000 euros por eliminar a Francia en los cuartos de final, y hasta ayer sólo habían recibido 100.000 euros.

Enfado con la prensa

Y, por si fuera poco, se enfadó con un periodista griego durante una rueda de prensa después de que éste le acusara de ejercer de kaiser en la selección. El discrepa. Siempre mantiene que la disciplina es necesaria como método, pero asegura que bajo su aspecto de hombre duro se esconde un hombre tierno, casi paternal, que disfruta con el sol, el vino, las playas y la vida mediterránea. Y, sobre todo, con la cultura griega. Por eso no se pierde ninguna representación teatral.

Y, aún así, pese a convivir con la polémica, ha conseguido el título al frente de una selección que nunca había ganado un partido en un gran torneo cuando llegó a Portugal y que fue calificada como "una banda de vagos" cuando perdió por 5-1 contra Finlandia en el debut de Rehhagel en el banquillo. "La clave del éxito ha sido lograr que mis jugadores, históricamente anárquicos, aprendieran a jugar como un equipo", asegura.

El ha logrado que la generación sub-21 que perdió la final del Europeo contra España en 1998, formada por Lakis, Goumas, Dellas, Karagounis y Basinas, haya ganado el primer gran título para Grecia. Los españoles no pueden decir lo mismo. Esa final la jugaron, entre otros, Arnau, Michel Salgado, Roger, Guti, García Calvo, Víctor y Josico. Ninguno de ellos ha estado en esta Eurocopa. Igual es que necesitan a Rehhagel para consagrarse. Al final el lema que acompaña a la selección griega en el autocar, y que tantas risas provocó al principio del torneo, ha resultado ser cierto: "La antigua Grecia tuvo 12 dioses; la moderna tiene 11".