Una situación esperpéntica y extraña se vivió en Wembley en la final de la Carabao Cup (Capital One) cuando Maurizio Sarri, entrenador del Chelsea, intentó cambiar a Kepa para meter a Caballero con la vista puesta en la tanda de penaltis contra el Manchester City después de no haberse movido el marcador en los 120 minutos de encuentro.

El meta español se estiró a sacar un remate de Agüero desde la frontal, se resintió de un problema físico y Sarri llamó a Caballero para que entrara al campo. El argentino se despojó del chándal y se fue al área técnica, preparado para entrar. El cuarto árbitro incluso levantó la tablilla con los cambios.

Kepa, ya en pie, alzó la mirada y lo divisó. Rápidamente le dijo a Sarri que no, que lo parara, que estaba bien. Pero el técnico no quería dar marcha atrás y que el cambio se produjera. Kepa, inamovible, dijo que no y siguió en el campo ante un técnico italiano que se desesperaba y con un Caballero incrédulo. El meta español se mantuvo impertérrito y no salió, Sarri amagó con irse y solo el pitido final dio un poco de tregua. Los jugadores del Chelsea se acercaron a hablar con el transalpino, Kepa se dio la mano con Caballero y comenzó la preparación de unos penaltis que podían alzar al cielo o bajar a los infiernos a Kepa.

Nada pudo hacer ante el primer lanzamiento de Gündogan. Intentó despistar a Agüero y la parada se le escapó por centímetros. Sí le atajó a Sané, pero Bernardo Silva y Sterling no fallaron y confirmaron la derrota blue, señalando a Kepa y Sarri como la historia de la noche.