Pocas veces puede definirse con tanta precisión el momento exacto en el que cambian las cosas. Este sábado se han cumplido 35 años que Kevin Magee lideró al CAI Zaragoza hacia un título de Copa que catapultó al CBZ y transformó para siempre el baloncesto y a una ciudad que, desde entonces, está irremediablemente asociada a este deporte. La semilla estaba plantada. La tierra era fértil y se había abonado con mimo desde los tiempos del Helios Skol. El fertilizante americano adecuado de Jimmy Allen y, sobre todo, de Kevin Magee hizo que de aquello brotara un árbol fructífiero y de sólidas raíces, del que aún se recogen los frutos. La eclosión fue el 1 de diciembre de 1983. El estadounidense, fallecido hace 15 años en un accidente de tráfico, hizo 19 puntos y 13 rebotes, MVP de la final contra el Barcelona (81-78). En semifinales fueron 36 puntos y 12 rebotes.

Kevin Magee llegó a Zaragoza el 2 de noviembre, un mes antes de la Copa, con el CAI pendiente de su clasificación. Desde su llegada hubo pleno de victorias. «El equipo ya tenía una compostura pero sin Magee no hubiéramos ganado la Copa, igual ni nos hubiésemos clasificado. Desde su llegada ganamos todos los partidos», recuerda Fernando Arcega. «El impacto fue terrible. Magee marcó la diferencia tanto en la semifinal como en la final. Lo vi jugar en las Ligas de Verano y me encantó porque era pequeño, dos metros justitos, pero era una pantera, agresivo, con carácter, con un salto en suspensión muy bueno, tenía algo para coger rebotes, sabía dónde iba a caer la pelota. Era el tipo de jugador que me gusta, con carácter para que sea capaz de dinamizar a los demás», explica el presidente José Luis Rubio.

«Magee era impresionante. A nivel de equipo no es que nos apoyáramos en él, nosotros hablábamos más de los dos americanos. De Jimmy Allen se habla poco pero su trabajo fue increíble. Uno era la estrella y otro el obrero, pero un muy buen obrero», apunta Pepe Arcega. «Magee es de los americanos más limitados técnicamente que he conocido», asegura Fernando. ¿Entonces? «Todo lo que hacía lo hacía tan bien que estaba al nivel de los mejores. Además tenía carisma, transmitía mucho a la gente», explica el capitán.

Magee llegó con la temporada empezada. Harry Davis y Jimmy Allen eran los americanos de la plantilla del CAI 83-84, hasta que una llamada en noviembre lo cambió todo. «El agente Miguel Ángel Paniagua me dice ‘mira, Magee está libre. No ha entrado en la NBA (fue el último descarte de los Phoenix Suns). Si estás interesado, sé que Madrid y Barcelona también lo están. Pero tú tienes otro americano...’ No te preocupes, mañana ya no está. Y no me lo pensé. Gestionamos cómo cortarle sin pagar o pagando muy poco y Magee vino un mes antes de la Copa», rememora el presidente. «Tuvimos unas historias raras con los americanos ese año. Iba a venir un tal Washington pero lo arrestaron, así que no vino. Hubo otro en pretemporada, Kea, que tampoco resultó. Empezamos con Davis, pero no terminábamos de acoplarnos con él. Allen era un pívot muy serio, tímido, introvertido», añade Fernando. El cambio de Magee por Davis terminó de redondear al CAI Zaragoza. «Kevin aportaba dureza bajo el aro, lo que a los exteriores nos liberaba bastante. El equipo cambió, sobre todo en los intangibles como la confianza», apostilla.

La prima

El CAI se clasificó para la Copa por el averaje tras una batalla en L’Hospitalet. No era el favorito, pero primero superó al Joventut (87-83) y, en la final, al Barcelona. Entre medias, los americanos protagonizaron otra historia. «En un entrenamiento nosotros entrábamos y el Barcelona salía y sus americanos les dijeron a los nuestros que cuánto cobraban por ganar la Copa. Les contestaron que nada. En el hotel me llaman a la habitación Magee y Allen y me dicen que cuánto hay por ganar la Copa. Les dije que nada porque no era algo que tuviéramos establecido y que el mayor premio era ganarla y que después ya hablaríamos. Fue Magee el que le dijo a Jimmy, ‘¿Tú tienes firmado algo?’ Yo tampoco, pues tenemos que jugarla. No hubo prima, pero luego sí que la CAI dio un premio a los jugadores», relata Rubio.

35 años después, los protagonistas lo tienen claro. ¿Qué cambió ese día? «Todo», responden el presidente y los hermanos Arcega. «Irrumpir y ganar aquella final para la ACB fue espectacular. Acudieron 200 periodistas. En el pabellón metimos 6.000 espectadores cuando en la grada cabían 2.500. Cuando conseguimos ir a jugar al Huevo teníamos que montar cada partido unas gradas porque no cabía la gente y metimos gente por todos los sitios que pudimos. Fue un impacto ganar. Para la ACB supuso un éxito total, de hecho siempre la recuerdan como la Copa del cambio», argumenta Rubio. La ACB se acababa de fundar y era la primera vez que el torneo se jugaba por concentración y con cuatro finalistas. La Copa se jugó en Zaragoza porque la solicitó el alcalde Ramón Sainz de Varanda.

Los hermanos Arcega coinciden con el presidente. «La Copa nos dio todo. Pasamos de ser un club pequeño a grande. De un pabellón pequeño al Palacio de los Deportes. Cambió el modelo de la competición. Fue la rebelión de los modestos contra los poderosos. Y un cambio generacional, porque nuestra media de edad era muy joven. Todo eso metido en una coctelera le dio un gran resultado a la ACB, a la ciudad, a nosotros y al baloncesto en general», enumera el exbase. «No fuimos conscientes hasta pasado un tiempo de lo grande que fue lo que hicimos», añade.

El contexto

«El impacto fue tremendo. Fue un volcán en erupción que afectó a aficionados y a la sociedad en general. Veníamos construyendo algo, habíamos sido cuartos en Liga, pero no teníamos mucha repercusión. Después tuvimos fama, reconocimiento, empezó a crecer el baloncesto. La sociedad nos equiparó con el fútbol a nivel de reconocimiento. Los jugadores participábamos de los triunfos del otro equipo y comenzamos una relación en la que se forjó el partido de las estrellas. Fue el punto de partida a una dimensión diferente a lo que había tenido el baloncesto en Zaragoza», dice Fernando, que también recuerda el impulso que supuso a nivel nacional. España empezó a contar con el CAI Zaragoza como alternativa a los grandes.

Y eso un año antes de otro de los grandes hitos que marcó el boom del baloncesto español. «Hay que ponerlo en contexto, un año después ganamos la plata en Los Ángeles. Cuando me preguntan siempre digo que las dos cosas que marcaron mi carrera deportiva fueron la Copa y la plata olímpica. El baloncesto nacional relaciona ambos éxitos y fuimos parte de ese éxito», añade Fernando. Zaragoza es ciudad de baloncesto