Una vez más, Teresa Perales estará en los Juegos Paralímpicos. La nadadora aragonesa se ganó este pasado fin de semana el billete a Tokio en el Trofeo Internacional de Barcelona en los 50 espalda. La zaragozana, que acudirá por sexta vez a una cita de tal envergadura, se siente «muy feliz», sobre todo después de una temporada atípica y, tal y como ella la describe, «difícil». Siente por lo tanto «una mezcla entre felicidad y alivio».

Los Juegos debían haber sido en el 2020 y Perales confiesa que cuando se aplazaron se sintió en parte «aliviada», porque «el otro escenario era que se cancelasen». Ahora parece que ya está todo encaminado, hay protocolo para controlar el coronavirus y la organización ya ha sacado a la venta algunas entradas. Sin embargo, los deportistas siempre han «tenido ese fantasma encima por si se cancelaban».

Perales se lo tomó con filosofía: «Yo he tenido muy claro desde el primer momento que solo había una cosa que dependía de mí, que era entrenar, estar preparada y hacer la mínima», asevera. Y así lo hizo, además consiguió la mínima A. «La mínima B me daba un trocito de la plaza pero la A es ya el pasaporte directo, es segura», reitera orgullosa por saber que podrá participar en los «50 espalda y los 100 metros libres, lo demás se verá en función de cómo vaya el resto de la temporada».

Tiene pendientes todavía un Campeonato de España en marzo, un Open internacional en Sheffield, el Europeo en mayo y, a lo mejor, otro Open en Berlín. A estas citas acudirá «con la tranquilidad de tener la mínima y la plaza, entonces se ve todo de otra manera completamente diferente». «Ahora enfoco el curso con más calma, sabiendo que tengo competiciones en las que me puedo probar, ver cómo estoy», explica la medallista.

Por el momento no tiene «esa presión de tener que hacerlo bien», pero «en los Juegos, eso ya es otra cosa», ríe. No sabe todavía cómo están ni quiénes serán sus rivales, porque hasta ahora llevaba «un año exactamente sin una competición, sin ese gusanillo» . Y no solo eso, sino que también ha habido momentos en los que los datos sanitarios han obligado a mantener cerradas las piscinas en Zaragoza.

Perales buscó alternativas para seguir preparándose de cara a conseguir el pase a Tokio. «He tenido que ir a entrenar muchas veces fuera y buscarme un poco la vida», asegura y añade que antes del Trofeo Internacional de Barcelona ha estado «un mes en Sierra Nevada». «Tenía que prepararme lo mejor posible y en las mejores condiciones, allí en altura, en el Centro de Alto Rendimiento, ha sido fantástico y me ha sentado muy bien».

La situación en pandemia

Las citas que tiene apuntadas en su agenda para este curso parecen estar encaminadas a celebrarse. Pero la situación no da pie a tener certezas. «Los deportistas sabemos que durante la temporada hay competiciones que están establecidas, pero también somos conscientes de que existe la posibilidad de que alguna se caiga», afirma haciendo referencia a que se suspenda alguna de las pruebas nacionales o internacionales en las que piensa competir. «Todo va a depender de la pandemia, pero si puedo competir estaré allí dando lo mejor», expresa.

Sus sensaciones, después de obtener una marca de 45.23 segundos en los 50 espalda, son buenas para acudir a los Paralímpicos. Relata que ha estado revisando el registro de todas sus marcas en las competiciones más importantes de los últimos veinte años y que «para ser estas alturas, cuando todavía quedan muchos meses para los Juegos», está «bastante bien». Al preguntarle por su rendimiento ríe y dice que no quiere «hacer quinielas porque cada vez está más complicado por la edad», que es «una cuestión fisiológica».

«Hace veinte años me comía el mundo entero, con la cabeza y con el cuerpo», ríe la nadadora y añade que ahora se lo come «más con la cabeza que con el cuerpo». Pero a pesar de que los años pasan, estos Paralímpicos «pintan bien». «Puedo estar ahí, en puesto de medalla y ese es el objetivo», aclara la aragonesa dispuesta a sumar alguna más a esa lista de 26.