El barbastrense Diego Ballesteros siempre ha sido un deportista multidisciplinar. Amante del esquí de montaña, una rotura en el ligamento anterior de su rodilla derecha encaminó sus pasos hacia la bicicleta. Disputó la Quebrantahuesos o la Nissan Titán Desert, pero su aventura más conocida llegó en el 2008 con el reto de recorrer en bici los 12.822 kilómetros de Zaragoza a Pekín.

Pero hoy hace dos años que su vida dio un giro de 180 grados corriendo una prueba en Estados Unidos. El 15 de junio del 2010 le embistió por detrás un coche a 110 kilómetros por hora y le partió la espalda. "Me atropelló en Wichita mientras participaba en la Race Across America. Esta prueba cruza Estados Unidos de costa a costa a lo largo de 5.000 kilómetros non stop, desde San Diego a Nueva York", recuerda.

A partir de entonces Ballesteros redobló su fuerza de voluntad y, pese a sus graves lesiones, su mente obró el milagro. "Me operaron en Estados Unidos. Me dijeron que no tenía lesionada la médula y que volvería a andar. Pero conforme pasaban los días, iba a peor. Se me paralizaron las manos y decidí regresar a España para que me dieran un poco de luz los médicos", indica.

En España se encontró con la dura realidad. Los doctores le explicaron que tenía una isquemia medular, una falta de riego de la médula y que difícilmente volvería a andar. "Me explicaron que si en las seis semanas posteriores al accidente no movía las piernas, las posibilidades de andar eran nulas. Al ver que se cumplía el plazo y seguía sin mover las piernas, tuve un sufrimiento tremendo. Estuve a punto de derrumbarme", explica Ballesteros.

A este gran luchador no le quedó otro remedio que cambiar de chip. "Asumí esta nueva situación. Decidí no pensar en lo que había perdido, lo que había dejado atrás y miré al presente y a un futuro pleno de felicidad", valora Ballesteros.

Dos años después del accidente afronta la vida de otra manera. Va en silla de ruedas y no siente, ni mueve su cuerpo desde los pies hasta el pecho. "Pero siempre tengo en mente aquello que indica que el querer es poder. Hay que demostrar que una discapacidad no es un obstáculo para lograr los objetivos que nos propongamos. Hay una luz al fondo del túnel y se pueden lograr más cosas de los que muchos creen", afirma el oscense de 38 años.

Hace 365 días que volvió a practicar deporte en una hand bike, una modalidad adaptada a personas sin movilidad en las piernas. "Me ha costado provocar en mi cuerpo el cambio físico. La bicicleta tiene tres ruedas y necesita de los brazos para desplazarse. Tienes que arrastrar con tus brazos el peso de la bici y el cuerpo. Es extremadamente duro subir un puerto", indica.

Existen competiciones de hand bike de 40 a 50 kilómetros, pero a Ballesteros le encantan las largas distancias. Prueba de ello es que desde el 4 de julio afronta un nuevo reto, los 1.800 kilómetros que separan a Madrid de Londres. "Saldré del Parque del Retiro. En alguna etapa me acompañarán Perico Delgado o Miguel Indurain. Llegaré al Tour de Francia en Pau en el día de descanso y correré con el equipo Movistar", dice.

El final

Tiene previsto llegar a Londres entre el 30 y el 31 de julio. La inauguración de los Juegos es el 27. La aventura contará con 26 etapas que oscilan de 80 a 90 kilómetros. "Busco un recorrido lo más llano posible. Empezará en España tranquilo, puesto que es lo más duro, y en la parte francesa, iré por la parte oeste por carreteras secundarias".

Lleva un equipo compuesto por Mercé Miranda, que se encarga de la logística y Niko Echebarrieta. "Éste me ayudará en caso de pinchazo o avería y me hace de compañía y apoyo diario". Completa el equipo un fisioterapeuta de la Universidad de Zaragoza. El gran reto es el cansancio acumulado. "Tengo que tener cuidado en pedalear a una intensidad que no me provoque una tendinitis o una sobrecarga en los brazos", explica.