Desde que se formalizara su fichaje como nuevo jefe de la dirección deportiva del Real Zaragoza a finales de febrero, los movimientos que Lalo Arantegui ha ido realizando en el mercado han desvelado qué trazos importantes va a tener la próxima plantilla y cuáles van a ser sus características. La apuesta principal de Lalo es el entrenador: Natxo González. En su figura, poco popular pero de prestigio en la profesión, y en su capacidad para hacer equipos y exprimir recursos, están puestas casi todas las esperanzas.

Los jugadores que Lalo está contratando (Benito, Ángel, Grippo o Eguaras), junto a los que está intentando fichar (Papunashvili, por ejemplo), advierten de una línea de trabajo definida: estamos ante un equipo de autor, de secretario técnico de antes, con apuestas personales muy valientes y por hombres más que por nombres, futbolistas en su plenitud o por alcanzarla. Un modo completamente distinto de hacer la plantilla a todo lo ejecutado hasta ahora, arriesgado, y que le llevará a salir a hombros de la plaza si ese riesgo se convierte en éxito o a arder en la hoguera por temerario como la cosa vaya mal.