Reconfortado por la sentencia absolutoria de la acción de responsabilidad y sintiéndose ganador del enésimo pulso judicial al que se enfrentó durante su etapa en el Barça, Laporta volvió a mostrar su perfil más reivindicativo de la gestión de su mandato durante ocho años, puesta en tela de juicio durante los últimos cuatro y respaldada por el fallo del juez Martínez Borrego que niega que hubiera dejado el club con 47 millones de pérdidas, sino con 4 de beneficios.

El triunfo en el juzgado le invitan a no descartar una hipotética vuelta en las elecciones del 2016. El fallo del juzgado ha liberado a Laporta y a los 16 directivos que le acompañaban. Pero solo parcialmente. Hasta que el Barça anuncie su renuncia a presentar un recurso; en caso contrario, se alargaría la pesadilla de todos ellos y "arruinaría", según Laporta, a los ocho que están obligados a presentar un aval de 2,9 millones procedente de otra sentencia y de otro juicio. A pesar de todo, Laporta blandió su legado y no se ahorró duros términos a la actual junta cuando estaba comandada por Sandro Rosell, "el presidente que se escapó sin dar explicaciones", y la de Josep Maria Bartomeu, su sustituto, "a quien no ha votado nadie".

UN CLUB SOLVENTE Una hora y cuarto duró la comparecencia de Laporta en el Colegio de Periodistes. Había empezado expresando su satisfacción por la sentencia, favorable a sus intereses y a los del propio club. "El Barça no estaba arruinado, dejamos un club solvente", subrayó.

"Todo es fruto del resentimiento y crear esta falsedad les permitió tomar una serie de decisiones como vincular Qatar a la camiseta", explicó, denunciando que la junta maniobró para desorientar a los compromisarios, creando un halo de sospecha que les vinculaba un nuevo caso de corrupción de los muchos que se están destapando. Laporta catalogó a su junta de ser "un palmo de limpieza" en medio de los numerosos casos de corrupción que aparecen.

El exdirigente no solo insinuó la manipulación de Rosell y su directiva por manchar su legado, sino que censuró agriamente la voluntad "enfermiza" de "cargarse este modelo del que han estado viviendo dos, tres o cuatro años". Un modelo que limitó a cuatro palabras: Cruyff, Masia, Cataluña y Unicef. El expresidente contrapuso el Barça que dirigió al de Rosell, y clamó por su honorabilidad personal y profesional. "La ética empieza por uno mismo y no necesito un consejo de sabios con mi papá", dijo con ironía. Pese a las manifestaciones más cordiales de Bartomeu, no le reconoce al actual presidente una voluntad más conciliadores mientras no haga realidad la "paz social" que tanto se reclama. Y ello no solo pasaría por enterrar el episodio de la acción de responsabilidad desestimando un recurso, sino por retirar la demanda contra Joan Oliver, el que fuera director general. "La paz social está en quien ejerce el poder", pidió, sin pedirlo. "No espero nada de ellos", insistió Laporta, aún dolido.