En su mundillo, el del ring y los gimnasios, casi todos la conocen como Lara Pizza Power porque, según la leyenda que ella misma cuenta entre risas, es la pizza la que le da la fuerza.

Casi nadie sabe de dónde le viene la energía a Lara Fernández (Toledo, 1996), campeona de España de muay thai (53 kg) y campeona del mundo de K1 (59 kg), una de esas joyas del deporte español que surgen por generación espontánea.

Un día, en Cebolla, mi pueblo, se organizó una velada de muay thai. Allí nadie lo practicaba y yo no sabía lo que era, pero, por curiosidad, fui con mi hermano. Me llamó la atención y quise probar, cuenta la luchadora toledana en conversación con EL PERIÓDICO.

DESDE LOS 14 AÑOS

Tenía 14 años, se enganchó y hasta hoy. A pesar de los pesares, que son muchos: falta de recursos e invisibilidad en un país donde el judo, el kárate y el taekwondo siguen siendo los reyes de las artes marciales.

En su caso, el primer escollo fue el más fácil de salvar: desplazarse cada día a Talavera, a unos 30 kilómetros de su pueblo, para poder practicar en uno de los gimnasios que ofrecían estas disciplinas.

El K1 es una suerte de kickboxing en el que se permite el uso de una rodilla para golpear al rival. El muay thai, deporte nacional en Tailandia, añade además de la otra rodilla, también los codos.

El segundo escollo llegó en forma de desavenencias con su entonces entrenador y la llevó a entrenarse sola durante unos meses. Aquello no podía durar si quería ser profesional. De modo que decidió mudarse a Coria del Río (Sevilla) para poder trabajar con Jaime Cantos, su actual entrenador y el hombre que siempre le había organizado los combates.

“Yo había acabado la ESO, quería competir y veía que en Talavera no había luchadoras de mucho nivel, así que, junto a mi entonces novio, que también era luchador, me fui a Coria para poder entrenarme con Jaime y tener más combates”, relata Lara Fernández.

Y allí sigue, casi un década después, entrenándose junto a luchadores -sólo una chica la acompañó durante un tiempo-, con exigencias de profesional, pero aún condiciones de amateur.

FALTA DE AYUDAS

“En España, cuesta horrores tener combates y ya no te digo encontrar patrocinadores. Las mujeres, además, tenemos muchas menos oportunidades que los hombres. Una vez un promotor de una velada me dijo que las chicas disputamos cinco combates de dos minutos en lugar de los tres minutos de los chicos porque nosotras damos menos espectáculo y somos más aburridas”, asegura la luchadora toledana contrariada.

“¡Pero cómo vamos a dar espectáculo si no nos dan la ocasión!”, se queja Fernández.

La falta de ayudas federativas -el muay thai no es deporte olímpico y se organiza en diversas federaciones- y de espónsors obliga a las luchadoras españolas a trabajar en otro lugar al tiempo que se entrenan y compiten.

En sus inicios en Coria, Lara Fernández lo hizo como dependienta en una cadena de material deportivo. En los últimos meses, en una gasolinera a la que tuvo que volver al día siguiente de disputar y ganar el título mundial en Bélgica el pasado 30 de noviembre. Allí suple una baja, se le acaba el contrato en breve y ya tiene en perspectiva un nuevo trabajo que le permita seguir haciendo lo que realmente quiere.

“Así como un futbolista vive de su deporte, a mí también me gustaría hacerlo y poder dedicarme exclusivamente a lo mío. Pero no puedo porque lo máximo que me pagan por un combate son 800 euros”, explica a este diario la campeona mundial.

“Hay quien piensa que 800 euros por un combate de entre 12 y 20 minutos no está mal. Pero yo el año pasado tuve cuatro y, el anterior, sólo dos. Y en medio, hay muchos meses de preparación con muchos gastos”, continúa.

EL APOYO DEL BETIS

Los títulos logrados en 2019 le han servido apenas para lograr un nuevo patrocinador, una empresa de perfumería y cosmética que, a falta de más peleas, seguro aprovechará su buena imagen en las redes sociales.

“Es cierto que por ahí he ganado adeptos, pero quien más visibilidad me ha dado ha sido la afición del Betis”, asegura Lara Fernández, hincha acérrima del conjunto sevillano desde que se mudó a Coria.

“Para mi sorpresa, ellos hicieron viral un tuit en el que se me ocurrió pedirle a Joaquín su camiseta para usar en un combate. La cosa llegó hasta él y se hizo realidad”, cuenta quien también goza de la amistad de Marc Bartra.

Desde que conoció su historia, el excentral del Barcelona y sus asesores echan una mano a la luchadora con las propuestas que recibe para potenciar su imagen.

“Es muy generoso por su parte y le estoy muy agradecida”, dice Lara Fernández, que en varios combates usó la camiseta diseñada por el Betis para celebrar el día de la mujer y esta temporada lucirá la del segundo uniforme del equipo andaluz.

La estrenará, probablemente, el próximo 11 de enero, en su primer combate de la temporada, en China, frente a una rival de aquel país y sin títulos en juego.

El rodaje internacional es lo más importante para las luchadoras que, como Lara Fernández, aspiran a competir un día en el Glory K1, algo así como el Mundial de Mundiales en un deporte que, a semejanza del boxeo, depende de los promotores. Ellos son los que organizan las veladas y quienes deciden qué deportistas participarán de ellas.

“Mi objetivo siempre ha sido pelear con las mejores en el Glory K1. Si llego a disputar el título de 53-54 kilos y lo gano, sería un sueño cumplido”, afirma la toledana.

“Pero aquí no hay calendario estipulado. Y si yo pude competir por el título mundial de K1 en Bélgica fue porque el promotor de aquella velada contactó con mi entrenador y se lo propuso. No era mi peso, pero acepté para tener otro combate más. Si no te conocen, es muy difícil que te llamen para hacer veladas”, concluye la campeona española con la esperanza de repetir el éxito de la temporada pasada -cuatro victorias en otros tantos combates y dos grandes títulos- y ganar patrocinadores y visibilidad.