LeBron James lo ha ganado todo dentro de la cancha, empezando por cuatro anillos de la NBA conquistados con tres franquicias diferentes, algo que no ha hecho ningún otro jugador de baloncesto. Pero el gigante de Akron es algo más que un mito de la canasta. Fuera de las pistas está levantando un emporio empresarial con rastro en diversas industrias, desde la producción audiovisual a las cadenas de pizzerías o equipos como el Liverpool, no muy distinto a lo que antes hicieron Michael Jordan, Shaquille O'Neil o Magic Johnson. Esas inversiones están ayudando a la estrella de los Lakers, que tiene un patrimonio estimado de 450 millones de dólares, según Forbes, a convertirse en uno de los atletas más ricos de Estados Unidos.

Esta misma semana el tercer máximo anotador en la historia de la NBA confirmaba que ha adquirido una parte del accionariado del Fenway Sports Group, la empresa propietaria de los Boston Red Sox, uno de las escuadras históricas de la liga de béisbol, valorada en 3.000 millones de dólares. Fenway es también dueña del Liverpool desde hace una década, cuando compró al equipo de Anfield por 400 millones de dólares. “Tanto para mí como para mi socio, Maverick (Carter), ser los dos primeros hombres negros en formar parte de la propiedad del grupo, algo que no había sucedido nunca en la historia de la franquicia, es realmente atractivo”, dijo James el martes tras imponerse con los Lakers a los Minnesota Timberwolves.

Objetivo: ser dueño de una franquicia de la NBA

“Lo cierto es que a mí y a la gente que se parece a mí nos da esperanza e inspiración para saber que un día pueden estar en una situación semejante”, añadió el cuatro veces MVP de la liga, lesionado indefinidamente tras producirse anoche un esguince en el tobillo. El interés de James por convertirse en dueño de una franquicia deportiva es conocido y todo parece indicar que con sus inversiones en Fenway y en el Liverpool, del que adquirió un 2% de su accionariado en 2011, busca acercarse a las funciones ejecutivas de la gestión de un club y cimentar su reputación como empresario deportivo. “Mi objetivo es ser dueño de una franquicia de la NBA. Y prefiero que sea antes que después”, subrayó esta misma semana.

Su sueño es prohibitivo para el común de los mortales, pero algo menos para el jugador mejor pagado de la liga, un James que tiene una larga lista de amigos tan ricos como él y sigue haciendo negocios de la mano de Maverick Carter, su socio y amigo de la infancia en Akron. De acuerdo con las estimaciones de ‘Forbes’, la franquicia más barata de la NBA son los Grizzlies de Menfis, que rondan un precio de 1.300 millones de dólares. Hace poco más de un lustro, cuando jugaba todavía en los Cleveland Cavaliers, James firmó un contrato publicitario de por vida con Nike por valor de 1.000 millones de dólares, la mayor cantidad pagada nunca por la firma de ropa deportiva.

Contratos con Nike y Pepsi

Y esta misma semana ha añadido a Pepsi a su portafolio, tras ser uno de los rostros de Coca-Cola durante dos décadas. Inicialmente hará anuncios para su bebida energética Mountain Dew Raise Energy, que parece haberle convencido con uno de sus eslóganes. De acuerdo con la compañía, la bebida está diseñada para “despertar la ambición y ayudar a la gente a conquistar el día”. “LeBron es posiblemente la celebridad con más influencia de la galaxia en estos momentos”, ha dicho Adam Harter, vicepresidente de la rama mediática de Pepsi.

“Domina la cancha, tiene un emporio próspero, prioriza la familia y está comprometido con los cambios sociales y con tener un impacto positivo en la comunidad”. El atleta de Ohio lleva años involucrado en numerosos proyectos para fomentar la igualdad de oportunidades, impulsar la educación de calidad en los barrios afroamericanos o defender el derecho al voto. Pero también es una máquina de generar dinero. De acuerdo con la consultora Nielsen es, después de Leo Messi y Cristiano Ronaldo, el atleta con mayor potencial comercial del mundo.

Sus inquietudes sociales también están presentes en la productora audiovisual que tiene junto a Carter, SpringHill, una compañía con la que pretende “dar voz a los creadores negros y a los consumidores que han sido ignorados o desatendidos”. El año pasado se anunció que la empresa ha recaudado 100 millones de dólares de diversos inversores, un músculo que revela su potencial. Bajo ese nombre, la sociedad ha consolidado las empresas que ya gestionaba: la agencia publicitaria Robot y las productoras SpringHill Entertainment y Uninterrupted. “Cada día, al salir de casa o levantarme, entiendo que todo esto es más grande que yo porque estoy representando a mucha otra gente”, dijo el año pasado James en una entrevista a ‘Bloomberg Business Week’.