Luis García ha tenido una relación tormentosa con La Romareda todo este año. Para llegar a ese punto de fricción se concentraron varias situaciones. Sus pobres actuaciones, la defensa contra viento y marea de Paco Herrera, que era sincera y justa pero le perjudicaba por insistente, la sensible distancia entre su expectativa y su rendimiento, las visibles dificultades físicas del jugador y la guinda que coronó el pastel, la metedura de pata de su mujer en facebook, donde escribió barbaridades en público de la afición de Zaragoza. La consecuencia de todo ese cóctel han sido los pitos que el delantero ha tenido que escuchar en su propio estadio en muchos partidos.

Los reproches de la grada a Luis siempre fueron merecidos, especialmente aquellos que nacían de la crítica hacia un jugador con capacidad para hacer mucho más, bastante menos justificados los que partían del rencor y el ánimo de venganza por los errores conyugales, por inadmisibles que fueran. Ayer, cuando fue sustituido, esos pitos se convirtieron en aplausos por el efecto que producen los goles, que convierten la contestación en gratitud por arte de magia.

En verdad, lo que ha ocurrido con Luis García ha sido todo muy corriente, solo que él se lo ha tomado con un dramatismo y una seriedad excesivas, encerrándose en sí mismo y equivocando la estrategia. Como veterano que es, futbolista experimentado y hombre ya curtido, el asturiano debió asumir en público con naturalidad que su nivel de juego estaba muy lejos del que debía ser y que en aquella ocasión su esposa falló gravemente. Y, a continuación, mirar para adelante con el alma en paz y con la maravillosa sensación interior de haber sabido disculparse. El que pide perdón siempre se engrandece. El que no lo hace acaba devorado por sus propios demonios.

La Romareda solo ha hecho con él lo normal en este deporte. Exigirle de acuerdo a su supuesta categoría y pitarle cuando ha estado mal. Y, claro, aplaudirle cuando se lo ha ganado. Como ayer. Con Luis hay que seguir diciendo lo mismo que cuando no marcaba y era el punto de mira favorito de las críticas más irascibles. Que debe ser titular porque tiene más que sus competidores de puesto, incluso estando muy lejos del jugador que fue.