La tradicional contrarreloj que cierra el espacio decisorio del Tour limitó toda su influencia a ubicar convenientemente a los escoltas de Armstrong en el podio. Tras la meteórica estela del americano, de quien se puede decir que participa fuera de concurso, se libró ayer una batalla con un resultado muy instructivo de cara a un futuro inminente. El joven Basso, que se ha limitado a echar pétalos de rosa al paso de Armstrong durante todo el Tour, renunciando siquiera a intentar el más leve movimiento contestatario, vio ayer cómo se le escapaba la segunda plaza de Tour.

Basso recibió un varapalo, y aunque estar arriba, incluso ocupando la tercera posición es honroso y meritorio para cualquier ciclista, la bajada de su escalón en el último momento debe servirle de lección para su incuestionable futuro. Aunque probablemente sea más culpable de esta situación su director (el danés Bjiarne Riis) que él mismo, lo cierto es que la estrella italiana ha tenido opciones y posibilidades que ha tirado por la borda. Si en los momentos críticos de este Tour hubiera sido menos conformista y más agresivo, seguramente Andreas Kloeden, campeón de Alemania, habría quedado más retrasado en la clasificación y por tanto con menos posibilidades de usurparle esa segunda plaza a la sombra de Armstrong.

Basso ha corrido todo este Tour para hacer segundo y al final será tercero. En cierto modo el italiano debe asumir el resultado final como un fracaso aleccionador. Ullrich vino a ganar y queda cuarto pero al menos ha demostrado tener conciencia de líder y ha intentado --sin fortuna-- luchar contra su rival.