Caminaba Messi lentamente. Mirando hacia abajo. Hace tiempo, demasiado tiempo, que Leo ya no mira como siempre. Iba andando, escoltado a su izquierda por Javier Mascherano. Aún no había empezado el entrenamiento de Argentina, una selección en erupción permanente. Un infinito volcán. Andaba Messi pensando en sí mismo, en si algún día volverá a ser Messi, cuando se le acercó Jorge Sampaoli. El Jefecito, discretamente, se hizo a un lado.

El técnico abrazó (y besó) con delicadeza a la estrella -en la albiceleste, tan sensibles como andan tras el 0-3 de Croacia, se mide hasta la fuerza de los gestos- y siguió su camino. Leo besó suavemente al seleccionador y, de nuevo, cada uno a lo suyo. Apenas un segundo empleó Jorge en felicitar a Messi por su 31 aniversario. Un duro cumpleaños. Tal vez, de los más duros. Vino a Rusia dispuesto a que el cuarto fuera realmente su Mundial. Y estuvo al borde del precipicio tras la goleada croata, pero «el destino», como recordó después Mascherano, en una tensa comparecencia ante la prensa argentina, le abre la puerta a una última oportunidad. «El destino y el fútbol», que diría El Jefecito. Messi no está para ninguna fiesta porque ha completado dos partidos irreconocibles para él. El penalti fallado ante Islandia le condenó de tal manera que no se ha recuperado.

Tuvo suerte, al menos, de que Musa, el delantero nigeriano que marcó los dos goles a Islandia, se convirtiera en el mejor jugador de la selección albiceleste en este Mundial. «¿Leo? Lo veo bien, bien...», dijo después Mascherano sin mucha convicción, convertido, un día más, en portavoz del silencio de Messi. «Es un ser humano y tiene sus frustraciones», confesó después. «Las tiene como las tenemos todos, pero está con muchas ganas de cambiar las imágenes y revertir la situación», añadió luego el exjugador del Barcelona.

Todos hablan de Messi. Pero él no habla. Hasta Antonella, su esposa, lo felicitó a través de Instagram. «Feliz cumple amor. Te amamos tanto!!! Gracias por hacerme la mujer más feliz del mundo y por la familia que formamos, que es nuestro mas grande tesoro. Deseo que seas feliz hoy y siempre, amor», le escribió acompañándole con imágenes de sus tres hijos: Thiago, Mateo y Ciro.

LA BASURA SIEMPRE LLEGA / Messi, tras el espectáculo del nigeriano Musa, alzó el ánimo. No mucho. Pero el estado depresivo en que entró tras el zarandeo que le dio la Croacia de Modric y Rakitic empieza a quedar atrás. «Tenemos que demostrar que somos los subcampeones del mundo», gritó Mascherano. «Toda la basura de afuera siempre llega. Volvieron a pegarnos en el piso», clamó Biglia, en una comparecencia de prensa iniciada por Chiqui Tapia, presidente de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA): «No se olviden de que son comunicadores y que con esta función que ustedes tienen trascienden, instalan y tergiversan», dijo atacando a la prensa argentina, que ha cargado duramente contra su selección desde que comenzó el Mundial en Rusia.