Amadeo Sorli ya forma parte de la leyenda del balonmano aragonés. Todavía son recordadas sus fulgurantes penetraciones por la banda izquierda jugando en Asobal con el Garbel Zaragoza y el Balonmano Aragón. Fueron 14 años en la élite nacional. Hace cuatro que se retiró del balonmano en activo y ha querido transmitir toda su experiencia a los niños. Primero llevó a los más pequeños del colegio Cristo Rey y una vez que se retiró del balonmano de élite fue uno de los impulsores de la creación de Balonmano Almogávar.

«Nos sacaron de la competición de Asobal a mitad de temporada y con los chavales de la cantera creamos este club con los padres, los delegados, jugadores y entrenadores para dar continuidad al trabajo del Balonmano Aragón. Tenemos que agradecer que confiaran en nosotros», reconoce. Sorli fue dos años coordinador del club y, otros dos, entrenador del equipo juvenil masculino. Este año sigue ligado al Almogávar gracias a un equipo del colegio Hilarión Gimeno donde compite su hijo Daniel.

Fue el pasado mes de mayo, en plena pandemia, cuando le esperaba una sorpresa a Amadeo. «Me llamó Jaime Tuquet, un compañero en el Balonmano Aragón, y me dijo si me apetecía colaborar con ellos. Ahora es coordinador de La Jota. Ha habido un cambio en la junta directiva y querían contar conmigo», apunta Sorli. Allí se iba a encontrar con un viejo conocido: Juan Carlos Gordo. «Coincidimos en el Stadium que posteriormente ascendió a la Asobal. Ahora lleva muchos años entrenando en La Jota y los chicos lo tienen como un referente», dice Sorli.

Sorli se inició en el balonmano en Maristas y ahora parece que vuelve a los orígenes puesto que La Jota tiene la misma esencia de lucha y garra que el colegio del Actur, pero en categoría femenina. «El club tiene el ADN competitivo en todas las categorías», reconoce.

El reto

Sorli llevará el equipo juvenil femenino junto a Jaime Tuquet de segundo. «Es una categoría que me agrada. Son de primer año, están en formación y quiero darle un toque competitivo. El balonmano femenino está cambiando y se da cada vez más importancia a lo táctico», explica el técnico. Tuvo un primer contacto con las jugadoras en junio. «Me he informado de lo que es el equipo con vídeos y conozco a algunas jugadoras de la selección aragonesa cadete. Será complicado por el cambio de club, me tendré que adaptar a ellas y ellas a mi y tendremos que aplicar el estilo de juego que quiere el club».

Espera volver a trabajar en grupo a primeros de septiembre. «Desde junio estamos en contacto con ellas y el preparador físico les ha hecho un plan de entrenamiento. Hasta septiembre no se sabrá el calendario de partidos. Tenemos mucha incertidumbre y ganas de que empiece esto. Pero en escolares esta la cosa más complicada, aunque esperamos que las cadetes nos echen una mano al equipo juvenil», indica Sorli.

Para el zaragozano lo esencial en su faceta como técnico es «poder transmitir la experiencia que he vivido como jugador aunque solo conozcan mi etapa en Asobal los padres de los chicos. Es un reto nuevo y difícil y lo que quiero es disfrutar del balonmano y entrenar es lo que más me gusta», explica. Sorli también se ha enriquecido al formar parte del grupo de tecnificación de la selección española. «He tenido una experiencia con Jordi Ribera y Carlos Vives, los seleccionadores masculino y femenino, respectivamente. En chicas Vives llama a un grupo cada mes de cara al Mundial de España del año que viene» afirma.

Daniel, su hijo, ya apunta maneras en el colegio Hilarión Gimeno. «Es muy pequeño, tiene 8 años. Pero lo importante es que se divierta y lo pase bien. Juega en todos los puestos y lo importante es que el equipo siga enganchado el año que viene». Desde pequeño Daniel ha visto jugar en directo a su padre en el Príncipe Felipe. «Ve vídeos y ha visto a Javier Ariño y Toño Cartón, intenta emularles y hacer cosas que no puede». La relación entre padre e hijo dentro de un equipo de balonmano puede llegar a ser complicada. «Le intento tratar como uno más del equipo, puede ser más difícil, pero yo quiero que me vea cómo un entrenador», asegura.

Entre tanto, Sorli no olvida su segunda pasión: la carrera a pie. Ya ha disputado dos maratones en Zaragoza y con 44 años es joven para la especialidad. Hasta el momento su experiencia ha sido agridulce. «El segundo maratón acabé machacado y llorando. Me apetece volver a hacerla, pero hay que entrenar mucho. Es un tema muy serio y hasta que no tenga tiempo de entrenarla no repetiré la experiencia», finaliza.