La suerte tiene una doble cara. La lesión de Oscar González, su posible no participación en la Copa Príncipe, un mal trago para el CAI, tiene en su reverso un paradójico desenlace feliz. Si hoy se confirma la ausencia del base madrileño, que se someterá a un reconocimiento de su esguince de tobillo, Rodrigo San Miguel recuperaría provisionalmente el escalón jerárquico que ocupa González. Del ostracismo, de los minutos de la basura, pasaría a tener voz importante en un torneo trascendente para Zaragoza. Aunque esta posible libertad condicional proceda del mal ajeno, Rodrigo recibe el reto con ilusión y borrando la presión del momento. "Trabajo en los entrenamientos para que me llegue mi oportunidad. Si es en la Copa del Príncipe lo intentaré hacer lo mejor posible pero sin obsesionarme", dice San Miguel, que el pasado miércoles cumplió los 19 años.

Desde el aterrizaje de Oscar González, Rodrigo vive encerrado en las profundidades del banquillo como tercer base. Según los mandamientos de Julbe y en nombre de su progresión, el técnico le protege de la presión y sólo le introduce en la pista cuando no ve peligro. O cuando no tiene otra salida. Así pasó en Algeciras. Quedaban cinco minutos para el final, con Ciorciari eliminado y Oscar dolorido, Rodrigo tuvo que salir con la victoria entre interrogantes. No se intimidó ante la responsabilidad, dirigió con sobriedad y burló con la sangre fría de todo un veterano la presión de Canals. La décima fue parte suya. "Salí en los momentos difíciles, pero no estaba nervioso. Sabía lo que tenía que hacer, dirigir al equipo y no perder la pelota", explica Rodrigo.

No a las ofertas

San Miguel ha digerido con profesionalidad la rebaja de minutos con respecto al inicio de temporada y se ha aclimatado sin rechistar a un lugar periférico en la estructura de la plantilla. Incluso prefirió continuar en el CAI Zaragoza y no escuchar las ofertas que le llegaron de la LEB con la promesa de más minutos. Sabe que esta temporada tendrá complicado escalar puestos en la rotación, pero fija su mirada en un horizonte más lejano.

Es consciente de que sólo tiene 19 años, de que el futuro sigue siendo de su propiedad y se toma su presente como un periodo para el aprendizaje. "Sé que lo tengo difícil. Que jugar no depende de que pueda hacer un gran partido. Miro más allá y contemplo mi carrera a largo plazo. Ahora tengo que entrenar al máximo nivel, aprender, seguir perfeccionándome como jugador y pulir ciertos detalles de mi juego como, por ejemplo, el tiro. En verano es cuando tendremos que planear mi futuro", afirma el base formado en Calasancio.

Ante los suyos

Pero antes puede llegar el regalo de la Copa Príncipe, una competición, que como al resto de sus compañeros, le interesa capturar para entregar como obsequio de gratitud a la fidelidad de la Marea Roja . Quizá en él, como zaragozano, este sentimiento sea más especial. "Nos gustaría ganarla al ser en casa, en Zaragoza. Sería especial", reconoce San Miguel.