El Real Madrid se anotó una trabajada victoria en el Carlos Belmonte ante el Albacete, que mereció otro resultado, lo que le permite mantener el liderato. Dos cañonazos de falta de Roberto Carlos, el segundo de ellos desviado por Figo para despistar a Almunia, bastaron al conjunto madridista ante un rival que buscó el gol ante un más que inspirado Casillas y sólo lo obtuvo al final con Parri, pero ya era demasiado tarde.

El Madrid, conocedor de que estaba el liderato en juego, dejó para mejor ocasión la indolencia con la que suele jugar la mayoría de sus partidos, se olvidó del tran-tran, y, ver para creer, los Galácticos se pusieron el mono de trabajo y trabajaron, presionando muy arriba a los albaceteños. El Albacete, por su parte, ante tanto talento junto, antepuso trabajo a destajo, y disciplina táctica.

En una falta de Pablo a Ronaldo se fraguó la jugada del 0-1. Fue una de las contadas veces en las que el brasileño se le fue al albaceteño y cometió una clara falta que le costó una amonestación y un gol, el que marcó Roberto Carlos con la colaboración de una barrera saltarina y del pie de Montiel, porque fue ahí donde tocó el balón lo suficiente como para despistar al portero Almunia.

La mejor ocasión albaceteña para haber equilibrado el desigual combate llegó a los 26 minutos. Casillas, hasta entonces un espectador más, se tuvo que emplear a fondo para mandar a córner un remate de cabeza del uruguayo Pacheco.

ILUSION LOCAL En la reanudación el Albacete salió con muchas ganas, apoyándose en su propia ilusión y bien es cierto que también en el cansancio que ya se adivinaba en los madridistas. Roberto Carlos volvió a ser decisivo en la segunda parte. Suyo fue el lanzamiento de falta que tras tocar Figo significó el 0-2. Por entonces, corría el minuto 71, la grada era un clamor en contra de las decisiones arbitrales, y una comunión inequívoca a favor del Albacete. Con la pasión desbordaba se llegó al tramo final del partido, y entonces apareció Parri para meter el miedo en el cuerpo de los madridistas.

De la comodidad del 0-2 se pasó a la incertidumbre del 1-2, pero lamentablemente para los manchegos, su ejercicio de profesionalidad y su fútbol no recogió el premio que seguramente habrían merecido.