Leo Franco no da con la tecla y el crédito se le acaba. Al final, los resultados mandan. Es la ley del fútbol. El técnico, tras un buen comienzo, está enjaulado y tratando a través de las alineaciones de dar un giro de 180 grados a la situación y volver a la victoria, esa que antoja tan necesaria o más que un cambio en la actitud y en el juego. Pero, de momento, no está acertando con el equipo. Por intentarlo, al menos en cuanto a alternativas, poco se le puede achacar a Leo Franco, aunque no está obteniendo réditos. No termina de encontrar la solución.

Comenzó el curso con un dibujo 4-4-2 muy claro. Con respecto a la plantilla que subió a Segunda, entraron en el once Werner, Luisinho, Etxeita, Miramón, Musto y Longo. Fue el inicio soñado pero, desde entonces, ha ido cuesta abajo. Repitió el mismo once inicial ante el Athletic, partido en el que rascó un empate al final, y también ante el Barcelona, cumpliendo la máxima de que lo que funciona no se toca.

El intermedio del duelo en el Camp Nou, tras una primera parte tan sorprendente como esperanzadora a pesar de marcharse perdiendo por 3-2, fue el punto de inflexión y la última vez que se vio un Huesca reconocible. El 8-2 final evidenció la necesidad de un cambio ante los primeros síntomas de que algo no funcionaba.

NUEVOS SISTEMAS

Chimy Ávila se ganó un puesto por su buen comienzo y entró en el equipo inicial contra el Rayo en el debut en El Alcoraz ante el Rayo Vallecano en detrimento de Cucho Hernández. También se estrenaron Gürler por Gallar y Semedo jugó por primera vez de central con Pulido. No dio resultado.

Desde entonces comenzó Leo Franco un carrusel de cambios que solamente le han permitido sumar un punto. Y por las sensaciones, casi que gracias. Contra la Real Sociedad modificó Leo Franco el sistema por primera vez en la campaña buscando más presencia en el centro del campo y control introduciendo a Moi Gómez. El equipo vasco apenas generó peligro, pero no le sirvió al Huesca para sumar. También se estrenó Ferreiro como titular y Gallar recuperó su puesto en la derecha.

En el Wanda Metropolitano, la pobre imagen ofrecida por los altoaragoneses encendió las alarmas. Tras el experimento ante la Real Sociedad, contra el Atlético de Madrid volvió Leo Franco al 4-4-2 ante un rival que puebla el medio para tener el control en defensa y ataque. Tampoco funcionó. Pulido retornó al eje de la zaga con Semedo, que se ha erigido en fijo para Leo Franco, y Longo entró por Moi Gómez.

La gran segunda parte de Aguilera y la lesión de Luisinho, propiciaron otro carrusel de cambios, los más notables los del Pulpo, la entrada de Melero en la izquierda, el regreso de Pulido y el estreno de Akapo como lateral izquierdo. Cinco cambios en total con respecto al último duelo.

El mismo número de retoques y un nuevo dibujo (4-2-3-1) hizo Leo Franco en Valladolid. Tuvo las bajas obligadas de Akapo y Melero. Miramón fue enviado a la izquierda (sin dar la alternativa a Brezancic) y Pulido pasó al lateral diestro. Sastre y Aguilera formaron el doble pivote, Moi se hizo cargo de la mediapunta, Gürler de la derecha y Chimy, en solitario de la punta del ataque. Leo Franco sigue intentándolo, pero no da con la clave y, mientras tanto, el Huesca sigue sin ganar y siendo colista.