Roberto Ferrari, ciclista del Lampre, se presentó en la salida de la crono a su hora, puntual, aunque algo despistado. No tenía claros los horarios, así que tuvo que mirar el tablón. Y ahí estaba su nombre, con solo dos corredores por delante para arrancar, pero algo no le cuadraba. Miró y miró, hasta que incluso la chica del megáfono resolvió sus dudas. "Ferrari está esperando, preparado para salir".

A veces, tras tantos días, la Vuelta despista. Uno no sabe por dónde debe ir o incluso dónde está. Eso le pasó también a Contador, que cruzó la línea de meta líder, casi un minuto más rápido que Froome, con Quintana fuera de combate, pero nada le importaba. Solo quería aire y descanso. Pero no lo tuvo. Una nube de niños, al grito de "el botellín, el botellín" y otra de periodistas, demandando palabras, le abrumaron. Y él se derrumbó sobre la bici, exhausto. Ni una gota de aire. Nada de descansar. "Hablo luego", dijo. Lo liberaron del tumulto y escapó, al esprint, como si ya tuviera de nuevo fuerza. Pero lo volvieron a encontrar. "En el podio hablo", insistió a los periodistas. Pero estos no se conformaron. Y habló. "Estar por delante de Valverde y Froome es para estar contentos, pero todavía queda más de la mitad de la Vuelta", dijo. Y siguió esquivando responsabilidad. "Me planteo la Vuelta sin presión, eso juega a mi favor".

Valverde estaba satisfecho; es segundo. "Ceder ese poco tiempo (22 segundo) con Contador y acabar mejor que Froome y Purito es genial". Aunque no todo fue alegría para el Movistar. "Es una lástima la caída de Nairo. Estar más cerca en la general los dos hubiese sido mejor, pero aún daremos mucha guerra", dijo. Quitana explicó el incidente. "En ese punto de la bajada la bici no me frenó suficiente, menos mal que lo pude sortear bien", explicó. "Habrá que apostar otra vez por Alejandro", reconoció, mientras que Froome no se descarta. "He perdido tiempo, pero no tiro la toalla".