En los minutos de descuento del Real Madrid-Levante, el banquillo de Lopetegui se desesperaba protestando al árbitro mientras la afición que acudió al Santiago Bernabéu abandonaba en masa sus asientos. La imagen define la situación del equipo: desesperado y sin confianza. Julen Lopetegui, el máximo responsable de la parcela deportiva, personifica con sus decisiones la ansiedad y la impotencia del equipo; y las especulaciones sobre su futuro, después de nueve jornadas, dejan en evidencia la planificación deportiva de la directiva.

Consumada la derrota ante el Levante, empezaron las deliberaciones. Rápidamente se filtraron las reuniones del presidente, Florentino Pérez, con el capitán Sergio Ramos y con el principal señalado, Lopetegui. El Madrid amanece fuera de puestos Champions y podría terminar la novena jornada más allá del séptimo puesto, fuera de zona europea. Pero todo apunta a que el vasco va a continuar en el cargo. La cercanía del Clásico y la falta de alternativas de garantías son argumentos a favor del técnico que tiene dos partidos (el martes en Champions ante el Viktoria Plzen y el domingo en el Camp Nou ante el Barcelona) para salvar su puesto de entrenador.

Con un discurso más vehemente que de costumbre, Lopetegui dijo, tras su cuarta derrota en cinco partidos, que tiene ánimo para levantar la situación, pero su discurso era, como el juego de su equipo, desesperado, como quien ha agotado el libro de soluciones. «El fútbol ha sido injusto con nosotros, ha sido una derrota inmerecida. Hemos atacado mucho y bien», repitió dos veces en su primera respuesta. «Con un tiro en contra íbamos 0-2», reiteró en varios momentos de su comparecencia ante los medios.

El todavía entrenador del Real Madrid representa el fracaso del proyecto del club. Lopetegui es el principal señalado de una crisis de la que no es el principal responsable. No le ha ayudado la escasa planificación del club, que ya llegó desesperado, tras recibir negativas, a llamar a la puerta del entonces seleccionador español, antes del Mundial, para que ocupara el puesto que dejó Zidane. La posterior degradación de la plantilla y la pasividad en el mercado de Florentino Pérez han terminado de mermar las posibilidades de un proyecto abocado desde el inicio al fracaso o la heroicidad.

De forma mucho más impulsiva que Ramos, Marcelo defendió a ultranza a Lopetegui, como el veterano que es, viendo avecinarse la tormenta sobre el técnico: «Estamos a muerte con él. No es bueno que se digan tonterías sobre si se necesita un entrenador nuevo u otro delantero. Me parece injusto hablar en el inicio de temporada, como se hizo con Benítez», dijo.

LA DESILUSIÓN

Inmerso en el peor inicio de Liga bajo la presidencia de Florentino, todo parecía enfocado a que el Real Madrid dejara atrás la crisis, volviera a conseguir goles y recondujera el camino, corto, que lleva al obstáculo del Camp Nou. Pero el Levante, como el CSKA en Champions, planteó un partido incómodo y difícil en el que el entrenador no encontró más soluciones que la acumulación, la pasión y el empuje.

Tras el 0-2, antes del cuarto de hora de partido, Lopetegui se quedó petrificado al borde de su área técnica. El Madrid tenía por delante tiempo para reponerse del revolcón o confirmar la debacle, pero él, absorto en sus pensamientos, solo reaccionaba con gritos impulsivos, para dar indicaciones poco concisas o protestar al árbitro.