Alguien que suma cinco títulos mundiales con 24 años, alguien que corre 89 grandes premios de MotoGP y, de ellos, gana 35 (el 39%), se sube al podio en 62 ocasiones (el 70%) y logra la pole position en 44 (el 50%), alguien que empieza el Mundial de MotoGP a 38 puntos de Maverick Viñales (Yamaha) y se presenta en la última carrera, la decisiva, con 21 puntos de ventaja sobre Andrea Dovizioso (Ducati), alguien que siempre queda entre los primeros, alguien que tiene admirado al mundo por su arrojo y, desde hace un año, también por su habilidad, mentalidad y experiencia, alguien que ha de terminar, en Cheste (12 de noviembre), entre los 11 primeros, no debería de temer por su cuarta conquista en cinco años en la categoría reina, una gesta única, inigualable, brutal. Y, sin embargo, Marc Márquez Alentá, de 24 años, el puto amo de MotoGP, sabe que «en las carreras todo, todo, puede pasar, absolutamente todo».

JORGE SE DESENTIENDE / Incluso puede pasar que aquel piloto, Jorge Lorenzo (Ducati), que dominó la carrera en 16 de las 20 vueltas, sufra, de pronto, un resbalón, cierto, un gran susto, en la horquilla de entrada a meta de Sepang (Malasia), se tenga que abrir y ¡zas!, de pronto, se cuele ¡vaya casualidad! su compañero de marca, de box, Dovi, que necesitaba ganar para alargar la lucha por el campeonato con Márquez hasta Cheste y acabe ganando la carrera soñada por el mallorquín, fichado a golpe de talonario por la firma italiana de Borgo Panigale (propiedad de la alemana Audi y ¡con los alemanes, pocas bromas!), justo una vuelta después que, desde el muro de Ducati, le enviasen al mallorquín un mensaje al display, al cuadro de mandos de su moto, en el que le decían: «Te sugerimos que utilices el mappin 8».

Y, claro, le preguntaron a Gigi Dall’Igna si eso de «mappin 8» era la manera de decirle a Lorenzo «déjate pasar por Dovi» y el jefe técnico de Ducati, el padre de la Desmosedici, dijo sin complejos: «Hemos hecho lo que era justo hacer en estos casos». Blanco y en botella. Porque Davide Tardozzi, otro de los jefes rojos, dijo a mitad de carrera: «Jorge es un grandioso profesional. Jorge ama a Ducati. Jorge sabe lo que es mejor para nuestra fábrica». Y, por si faltaba algo para redondear el biscotto (amaño) cocinado por Ducati (por otro lado, admitido por todo el mundo y que todo el mundo hubiese guisado con idéntico gusto y final) para que Dovi ganase y «pudiese prolongar nuestro sueño», como señaló Dall’Igna, Paolo Ciabatti, director deportivo de los italianos, reconoció: «Jorge tiene un gran corazón y hemos hecho lo que debíamos hacer. Somos un equipo y hay que funcionar así».

Diluvió media hora antes de la salida sobre el circuito de Sepang. Todo cambió. Aumentó el riesgo y, con el título en juego, Dovizioso se la jugaba a saco y Márquez decidió administrar su ventaja, «algo que aprendí el año pasado cuando me comporté así en tres carreras y, al final, conquisté el título sin tener, como este año, la mejor moto», relató.

MÁRQUEZ LO ACEPTA / Se escapó Lorenzo. Le siguió Johann Zarco (Yamaha). Y llegó Dovi, que superó al francés y esperó que Lorenzo cumpliese con lo acordado, pese a que el tricampeón mallorquín asegura que no vio el mensaje, no leyó la pizarra, nadie le había explicado qué narices quiere decir «mappin 8» y, en definitiva, vamos, que no había órdenes de equipo. Bueno, hasta Dovi dijo no saber nada: «No soy un piloto político. Yo amo la limpieza de mi deporte. Yo nunca le he pedido a Ducati ayuda para ganar. Eso sí, ignoro si mis jefes hablaron con Lorenzo y con los otros pilotos Ducati».

«Una cosa está clara», dijo con algo de sorna el también italiano Livio Suppo, jefe de Repsol Honda, «los pilotos de Ducati deberían de haber pactado con su marca qué decir, pues no tiene sentido que sus jefes reconozcan lo que hicieron y ellos, lo nieguen. Honda nunca da órdenes, pero uno entiende que, dado el nivel de estos pilotos, también los nuestros, si amas a tu marca y sabes lo mucho que se está jugando, es evidente que no hace falta decir nada a nadie. En la vida es bello ser libre, pero cuando te tienes que comportar como un piloto de marca, te comportas y punto. Todos lo entendemos».

Márquez, que sale reforzado de este triplete de carreras («lo empecé con 16 puntos de ventaja sobre Dovi y llego a Valencia con 21, ¡soy y feliz!»), reconoció que él sabía, desde la vuelta cinco, que ganaría Dovi. «Si yo hubiese sido Lorenzo, hago lo mismo. Su fábrica y su compañero ¡se está jugando un Mundial, señores!». Otra cosa es que lo gane, pues el mejor piloto de los últimos cinco años tiene las de ganar, con biscotto o sin biscotto.