Uno de los entrenadores que ha tenido el Real Zaragoza esta temporada y que ya no está en el club debió suspirar hondo al ver a Papu marcar el 2-1 al Extremadura, el gol de la remontada, de bellísima ejecución y concentración de todas sus virtudes: regate, verticalidad, desequilibrio, golpeo y mucho talento en la zurda. Siempre pensó nuestro protagonista que el georgiano tenía lo que tienen muy pocos jugadores en la plantilla, acaso ninguno. Un fútbol diferenciador, capaz de sembrar el pánico. Apenas pudo disfrutarlo.

Hasta ahora, la temporada ha sido un tormento de problemas físicos para Papu, que arrancaron en verano y continuaron con la Liga en marcha con lesiones y más lesiones. Solo ha podido jugar 177 minutos. Aquella pérdida en Almería también le hizo daño emocional porque personificó sus defectos: el exceso de egoísmo en determinados momentos y elegir mal cuando todo lo ha empezado bien. A Víctor Fernández le ha tocado la lotería con su recuperación. Con su vuelta, el Zaragoza tiene muchos más números para ganar.