S e le nota. Se le nota mucho. A Luis Enrique hay momentos que le encantaría tener 20 años. O 22. Seguir siendo futbolista. Uno de ellos. Hoy, sin ir más lejos, es uno de esos días. Un día caliente, ideal para su temperamento noble, competitivo, determinante. Sentir el calor de los suyos y salir a por el rival, acorralarlo, competir, vencer. Disfrutar de la pasión del fútbol, del ambiente copero, de la posibilidad de levantar una eliminatoria en casa, en un ardiente Camp Nou.

Todo eso, y más, es lo que sentía ayer Luis Enrique y que logró transmitir en su conferencia de prensa, más agradable que nunca. De ahí que la primera lectura sea la de transmitir, de cara al partido de vuelta de Copa (21.15 horas, beIN LaLiga) frente al Athletic (1-2), la necesidad de contar con un Camp Nou lo más parecido al San Mamés del jueves e, incluso, contagiar a los suyos, ya de por sí dispuestos al derroche de esfuerzo.

Luis Enrique no tiene duda alguna de que su equipo está listo para el pulso físico que le propondrá Ernesto Valverde. «uno de los mejores entrenadores que conozco». También cree que el ambiente en la plantilla «no puede ser mejor, pues todo está en sintonía, ya que si hay alguien acostumbrado a vivir, trabajar, entrenarse y jugar con ruido a su alrededor, ese es el Barça».

El Barça, según Luis Enrique, necesita un Camp Nou entregado. Unas gradas calientes, aunque no hostiles. Aparcadas las banderas, los ADN futbolísticos de unos y otros no tienen nada que ver, aunque las disputas coperas (28 títulos para el Barça; 24 para el Athletic) demuestran que la igualdad es absoluta. De ahí que, de la misma manera que los 44.772 espectadores del jueves en San Mamés fueron vitales para que aquello acabase (2-1) (¡y con nueve los de casa!), ahora el Barça necesite el empuje de los suyos para remontar.

El año no ha podido comenzar peor para los barcelonistas. Y no hablamos, no, de los árbitros («el comportamiento del club y mío ha sido intachable»), sino de las ocasiones perdidas para ganar en la catedral y en Vilarreal. Puede que Luis Enrique, de la misma sangre caliente que Gerard Piqué, piense lo mismo que él sobre los arbitrajes, pero su comportamiento debe ser «intachable». Es evidente que hay que regresar a la senda de los títulos para volver a pisar la alfombra roja del Balón de Oro, Bota de Oro y The Best.

Nadie conoce cuál será el futuro de Luis Enrique, aunque sabido es (no olvidar el adiós de Guardiola), que cuanto más se retrase todo, más posibilidades hay de que no renueve. Todos saben que, si Valverde no hubiese tenido contrato, ahora estaría sentado en el trono de Lucho. Quién sabe si será su relevo. Lo que sí se sabe es que hoy todas las miradas volverán a girar hacia Messi.