Paco Herrera pidió ayer tiempo para Luis García, además de reconocer su trayectoria futbolística y de recordar la lesión en el tobillo que le dejó fuera del equipo tres meses. Que el técnico le tiene una fe casi ciega al asturiano está fuera de toda duda. Que el resto del zaragocismo ya la ha perdido, también. Titular en los últimos seis partidos desde que se perdiera por sanción el duelo en Gijón, al futbolista no se le recuerda una acción de mérito más allá de transformar el penalti que cerró la victoria ante el Alcorcón.

Es cierto que ha tenido tardes algo mejores que otras, pero todas en un nivel de aportación muy bajo, escaso para la confianza que le tiene Paco Herrera, cuya insistencia y presión fueron fundamentales para que renovara por un año más con una bajada salarial. Luis se quedó, pero no está. Nadie esperaba recuperar la versión del futbolista que llegó a ser internacional y que fue pieza clave en el Espanyol, pero Herrera sí confiaba en un jugador que le diera soluciones con el balón, que aportara goles y que fuera su prolongación en el campo y decisivo en la estrategia a balón parado.

Nada de eso es, por ahora, Luis García, que ayer, antes de irse lesionado, volvió a no responder a lo mucho que Herrera espera de él. Como en Lugo, la ocasión que tuvo la mandó al limbo y estuvo lento y previsible en su fútbol. Otra vez. Y ya van demasiadas.