Los dos estilos diferentes del Atlético de Madrid y el Barcelona confluyeron en un empate en el estadio Wanda Metropolitano, escenario de un duelo intenso, ideado desde la defensa por el conjunto rojiblanco e igualado por el equipo azulgrana desde el ataque y un gol de Luis Suárez en el minuto 81. Un punto para el líder de la clasificación conseguido en el tramo final, pero perseguido, hasta merecido quizá por ocasiones, un rato antes, desde que terminó el primer tiempo con el Atlético al frente del marcador con un gol de Saúl Ñíguez e inabordable en su defensa, más accesible en la reanudación ante Lionel Messi y Luis Suárez.

El Atlético tenía muy afinado su plan. No asumiría más riesgos de los que le provocara su adversario, el Barcelona, consciente desde el primer minuto que la responsabilidad de la pelota sería suya, que delante tendría un muro de futbolistas en torno al esloveno Jan Oblak y que detrás tendría que correr para frenar los contragolpes. Y, de repente, en el minuto 20, el 1-0 de Saúl Ñíguez. Un golazo, porque en el desarrollo hubo más de una decena de toques locales, porque cuando aceleró desbordó al bloque azulgrana con una rápida combinación Saúl-Filipe Luis-Carrasco que encarriló al internacional español hacia el borde del área y porque su tiro final fue ajustado, perfecto, inalcanzable, hasta para los reflejos de Ter Stegen. 1-0. El enésimo desafío de resistencia para el conjunto rojiblanco le sirvió para un punto tras cabezazo de Luis Suárez que premió al Barça.