Lo que le ha pasado a Daniel Marín en los últimos meses solo sucede en el cuento de Cenicienta. Apasionado de los maratones desde hace seis años, este corredor popular del Running Zaragoza tuvo una idea feliz en el pasado Maratón de Zaragoza. Decidió hacer la pedida de mano a Marta Fernández, su novia, tras la carrera y como regalo de viaje de novios ambos se fueron la semana pasada a Nueva York. Allí Daniel pudo completar un periplo inolvidable corriendo la prueba de asfalto más legendaria del mundo.

Esta bonita historia comenzó el pasado 13 de mayo en el Maratón de Zaragoza. «La pedida de mano fue una cosa en la que me ayudó Miguel Sola. Lo tenía pensado desde que me enteré de que el maratón iba a ser un día 13, que es cuando conocí a la que es hoy mi mujer», explica el corredor del Running. «Tenía en mente llegar a meta y pedirle la mano. Pero me dio una pequeña lipotimia y no pude llegar. Pero Miguel Sola me dio la opción de hacerlo al lado de la meta. Para mi mujer fue muy bonito porque le puse su canción favorita de Ed Sheeran. Cuando me vio con el anillo se murió de vergüenza».

Marta se quedó alucinada cuando un cansado Dani se declaró. «Le dije que nos íbamos de viaje al Maratón de Nueva York y a Buenos Aires a conocer a su familia paterna». La pareja de Marín nunca ha practicado atletismo. «No corre, pero siempre está ahí animando. Dice que algún día le gustaría correr alguna prueba de hasta diez kilómetros o como mucho de medio maratón. Pero reconoce que un maratón es muy duro para ella», explica Marín.

La pareja se casó el pasado 25 de octubre. Llegaron a Nueva York el pasado jueves, tres días antes del maratón. «El día siguiente salí a correr por Central Park para conocer los últimos kilómetros de la carrera y también fuimos a recoger el dorsal y salir de compras por la ciudad». La víspera del maratón el matrimonio visitó el World Trade Center y el Memorial al 11 de septiembre.

Y el domingo llegó el gran día para el fondista del Running Zaragoza. «Salimos en el autobús de la agencia a las seis de la mañana y llegamos a Staten Island sobre las ocho. Allí esperé hasta la salida». Los objetivos deportivos de Marín eran muy realistas. «Eran llegar a meta. Disfrutar del recorrido y de la gente de Nueva York. Fui más bien tranquilo, ya que es un recorrido muy duro y los últimos meses había sufrido una rotura muscular. Hay muchas cuestas y avenidas muy largas», explica.

Nueva York no tiene nada que ver con los ocho maratones que había disputado el zaragozano, el mejor de ellos en Sevilla en 3.49. «Lo que más me alucinó es la gente de Nueva York. Son súper animados y se vuelcan con la carrera. Te llevan a la meta sin que te enteres». Marta se colocó en un lugar estratégico. «Se puso en la milla 17. Más o menos en el kilómetro 27 con la gente de Endeavor», apunta. Marín terminó en un tiempo de 4.25.45. «Llegué cansado y con dolor en las piernas del sube y baja. Pero no llegué roto», afirma Marín. La luna de miel de la pareja prosigue en Buenos Aires. «Allí conoceremos a la familia de mi mujer. Visitaremos las cataratas de Iguazú, Mar del Plata y el 25 de noviembre volamos hacia España», concluye el corredor aragonés.