Óscar Mainer falleció a primera hora de la tarde de ayer en un hospital de Zaragoza, víctima de un cáncer de páncreas que le fue diagnosticado hace unos meses. Buena parte de sus 49 años de vida los consagró al balonmano, primero como jugador salido del patio de Maristas, después como profesional en Granollers, Gáldar, San Antonio, Bidasoa o Torrevieja, entre otros, y posteriormente como director deportivo, gerente y presidente del BM Aragón. Su velatorio fue instalado en la sala 22 de Torrero y su funeral se celebrará a las 17.15 horas de hoy en el cementerio. Deja esposa y dos hijos.

Óscar Mainer es uno de los grandes nombres propios del balonmano aragonés. Gracias a su inteligencia, tesón y habilidad, Mainer se labró una fructífera carrera profesional como extremo derecho que duró 17 años y que le permitió llenar sus vitrinas con todos los títulos de club posibles. Comenzó en Granollers, donde llegó porque estaba estudiando INEF, pasó por Palautordera y Helados Alacant hasta llegar al primer club importante de su carrera, el Cadagua Gáldar. Allí fue subcampeón de la City Cup, comenzó a admirar a su técnico Jordi Ribera y conoció a Iñaki Malumbres y Ambros Martín, su mejor amigo en el mundo del balonmano. Después llegó la etapa dorada en el Portland San Antonio con Zupo Equisoain. En Pamplona levantó dos Copas del Rey, dos Supercopas, una Liga Asobal, una Supercopa europea, una Recopa y la Liga de Campeones del año 2001.

Internacional en dos ocasiones, los últimos dos años de su carrera profesional le llevaron primero al Bidasoa Irún y al Torrevieja. Allí jugó su último partido como jugador-entrenador. El equipo ganó y salvó la categoría. En el 2005 cambió definitivamente la pega por el traje y la corbata de los despachos. El emergente CAI Aragón le propuso ser director deportivo en su regreso a la Asobal y dedicó los siguientes 16 años de su vida al club zaragozano, hasta la desaparición del equipo de élite. Fue el director deportivo queconfeccionó la plantilla que llegó a la final de la Copa EHF en el 2007 y en la época de crisis fue el único que se mantuvo firme en el barco. Asumió cuantos cargos hicieron falta, gerente y hasta presidente, para intentar salvar un club que hacía aguas por todas partes. Los últimos dos años trabajó como técnico de Zaragoza Deporte Municipal.