La temporada del FC Barcelona entra en la fase decisiva. Ese momento del curso que los más aprensivos temen y en el que las miradas de los verdaderos aficionados brillan con especial intensidad. Un pasillo de incertidumbre por el que los equipos, acabado el tiempo de los ejercicios y las maniobras, solo pueden marchar de frente y en el que un simple mal paso es toda la distancia que separa la gloria del fracaso. Un camino que los azulgranas empiezan a recorrer hoy (21.00 horas, Movistar Liga de Campeones) en el Groupama Stadium, feudo del Olympique de Lyon, en el partido de ida de los octavos de final de la Champions League, esa Copa que el barcelonismo contempla este año con un anhelo rayando en la obsesión.

Valverde ya no oculta que, tras la decepcionante eliminación de la pasada temporada, la competición continental genera cierta ansiedad entre sus jugadores, pero trata de hacer una lectura positiva. «Estamos ansiosos por jugar porque nos hace ilusión ir dando pasos en la competición -apuntó en el encuentro con la prensa previo al partido-. ¿Nos sentimos presionados? Sí, pero es una presión buena, que nosotros aceptamos». En esa tesitura, los 70 días que han transcurrido desde el último partido europeo se les han hecho largos a la plantilla azulgrana. «Llevamos tiempo esperando jugar esta eliminatoria», concedió el Txingurri.

El precedente de la caída de Roma es un mal recuerdo que rodea a la expedición barcelonista como el humo de cigarrillos en una habitación cerrada. No se ve, pero está siempre presente. «Nos dolió a todos, pero no hay que obsesionarse. Depende de nosotros que no vuelva a pasar», señaló Sergio Busquets. Valverde fue más allá: admitió que ha hablado «mucho» con sus jugadores sobre aquella derrota «aunque no podemos estar dándonos latigazos todo el tiempo» y no tuvo reparo en reconocer que la sensación de que aquella eliminatoria estaba ganada y que el Barça era muy superior hizo mella en la actitud del equipo. «A estos partidos no se puede venir con la guardia baja», sentenció.

El Olympique es un conjunto que destaca por su explosiva juventud y su alegría atacante (también por su escaso rigor posicional y sus lagunas en el repliegue), en el que brillan los talentos individuales del lateral Ferland Mendy, el delantero Memphis Depay y el media punta Nabil Fekir, que se perderá el partido de ida por sanción. Capaces esta temporada de tumbar a adversarios tan cualificados como el PSG y el Manchester City, los muchachos que dirige Bruno Génésio completaron la fase de grupos de la Champions sin sufrir ni una sola derrota, aunque cedieron cinco empates.

Valverde es consciente de que la exuberancia ofensiva del Olympique obligará a los suyos a estar especialmente precisos con el balón para evitar las pérdidas que generen contraataques y a no dudar a la hora de la presión. Y es ahí donde se abre la principal incógnita del once. ¿Quién debe acompañar a Busquets y Rakitic en el centro del campo? ¿Arturo Vidal, Coutinho, Aleñá o incluso Sergi Roberto? «No contemplo eso de contemporizar. Es solo un atajo para perder», advirtió el técnico sobre una posible gestión conservadora.