El Real Madrid, el club más laureado del baloncesto europeo, aspira al que sería su décimo entorchado continental en la final (20.00 horas) ante el Fenerbahce turco, en el que su entrenador el serbio Zeljko Obradovic también puede levantar su décimo trofeo. De una u otra manera la Décima encontrará dueño. Tres años lleva el Madrid pugnando por conseguirla, después de su último título en el 2015; mientras que Obradovic es el vigente campeón al haber ganado con el Fenerbahce, el quinto club con el que lo hace.

Algunas cosas han cambiado desde la última vez que se vieron las caras, en las semifinales de la última edición. El Fenerbahce ha perdido a Ekpe Udoh y Bogdan Bogdanovic, dos súperestrellas que ahora están en la NBA. Pero su ingente capacidad económica le ha permitido recomponer el equipo. Ha podido igualar el potencial de estos jugadores fichando a otros que, entre todos, puede que superen la nota de los primeros.

El Real Madrid perdió la fuerza moral del argentino Andrés Nocioni, pero este año ha hecho un máster en reforzamiento moral colectivo por la cantidad de lesiones que ha sufrido. La presencia del equipo español en la Final a Cuatro de Belgrado es una machada en sí misma. Todos dudaron de sus opciones en un momento u otro y muy pocos, es decir, nadie se habría mojado por afirmar que llegarían a la final.

En el pequeño cambio de jugadores, la presencia de Facu Campazzo, aunque mermado por su reciente operación, supera al rendimiento de Dontaye Draper. Fabien Causeur y Edy Tavares también hacen mejor al Madrid de hace un año. Aunque el gran fichaje del equipo este año ha sido el regreso de Sergio Llull, después de ocho meses y medio de lesión. El Madrid ha aprendido a sufrir, a aguantar reveses y volver a unirse en la pista y fuera de ella para intentar ganar. Esa fortaleza mental, y la tremenda calidad que tiene en sus filas con un Luka Doncic, son sus grandes bazas.