El Real Madrid se aprovechó en Riazor de la docilidad del Deportivo, que resistió media hora delante de su afición, para darse un festín (2-8). Nunca antes había marcado ocho goles fuera de casa en la Liga. En un campo que había sido gafe para el Madrid durante casi veinte años, el equipo blanco descubrió las vergüenzas de los deportivistas.

Hasta que empezó la histórica goleada, el Real Madrid se había encontrado en Riazor a un Deportivo osado, pero no suicida, replegado, pero no encerrado, preparado para contener al rival y atacar. Al equipo de Víctor Fernández se le empezó a ir el partido cuando los visitantes encontraron el primer gol en un centro lateral que cabeceó Ronaldo tras un espléndido salto en el que aguantó un par de segundos suspendido en el aire.

Entonces, el Madrid dio rienda suelta a sus virtudes antes del descanso con un zurdazo del colombiano James Rodríguez que se coló por una escuadra y un contragolpe que culminó Ronaldo desde la distancia corta. El Deportivo parecía muerto al descanso, pero Víctor Fernández lo reanimó desde el banquillo con la entrada de Cavaleiro y Juan Domínguez, y un penalti polémico por mano de Sergio Ramos le reavivó en el campo. Medunjanin lo transformó.

El conjunto coruñés se soltó en ataque, fue a por el Real Madrid, pero solo ocho minutos, hasta que Ancelotti respondió sentando a Benzema y dando entrada a Illarramendi. El Madrid acabó de calmar las aguas con el cuarto tanto, obra de Bale tras un pase en profundidad de Marcelo, y se gustó. Con asistencia de Isco, suplente en Riazor, y otra diana del galés, que la picó de vaselina ante Lux, amplió la cuenta y Ronaldo, que la había abierto, firmó su triplete tras una pérdida de Diakité.

Toché acortó la ventaja blanca de cabeza y el mexicano Chicharito, con una volea a la escuadra y otro disparo al fondo de la red, en su primer doblete desde su llegada del Manchester, cerró la goleada más amplia del Real Madrid en La Coruña.