Ni segundo. Ni tercero. El Madrid acabó cuarto y echó el cierre a una patética temporada con otra pantomima, con otra burla al aficionado, que expresó su rabia con una bronca espectacular. De ella no se salvó nadie. Ni el presidente Florentino Pérez, ni Jorge Valdano ni por supuesto Carlos Queiroz. El 0-3 a la media hora colmó la paciencia de los 40.000 seguidores blancos, la peor entrada registrada en Liga durante toda la etapa de Florentino Pérez.

El epílogo no pudo ser más triste. El Madrid sigue batiendo registros negativos. Ayer, sumó la quinta derrota consecutiva, la cuarta en casa. Los blancos rememoraron las peores clasificaciones de los últimos tiempos. Fueron quintos en la campaña 1999-2000 y cuartos dos temporadas antes.

En el encuentro de ayer, volvió a relucir la arrogancia de un equipo, que desde que perdió sus opciones al título despreció el fútbol e incluso las ganas de correr. Continuando en la línea de los últimos encuentros, el Madrid prosiguió con su caída libre. Desprovisto de toda tensión, dejó jugar a placer a un contrincante que, pese a sus bajas, consiguió sacar los colores a una defensa de chiste. Con una pasividad impropia de un equipo que se dice profesional, el Real Madrid volvió a dimitir de forma escandalosa.

FESTIVAL REALISTA Kovacevic abrió el festival realista tras cabecear sin oposición un centro de Karpin (m. 14). Y llegaron los primeros pitos para denunciar la actitud del equipo. Si el público ya había recibido mal a sus jugadores, con el primer gol se agravó el asunto.

No digamos cuando Xabi Prieto ahondó en la herida. El centrocampista, el mejor de la Real, aprovechó un mal despeje de la defensa para batir a César, que relevó a Casillas, de un gran derechazo (m. 28). De los pitos se pasó a la bronca, con el palco como objetivo.

Lejos de atisbarse alguna reacción, por aquello del orgullo, el Madrid prosiguió su hundimiento de una manera escalofriante. De Paula hizo el tercero, también de cabeza tras un centro de López Rekarte (m. 32). A la bronca de la afición se le sumaron algunos pañuelos y el abandono del campo por parte de algunos espectadores, hartos de pasar tanta vergüenza por lo que hacía su equipo.

GOL DE FIGO Figo hizo el gol del deshonor al transformar un penalti cometido por Potillon sobre Ronaldo (m. 39). Pero hubo más bronca porque llegó el cuarto de la Real, tras un penalti de Figo sobre Aranzabal (m. 60). Prieto se permitió marcar al estilo Panenka con una suave disparo por el centro. Y hubo pitos para Ronaldo cuando tocaba un balón, y para Queiroz, los últimos que escuchará, cuando quitó a Solari para dar entrada a Portillo. Y llegó lo mejor para el Madrid: el final del partido, o mejor dicho de una intolerable pachanga.