El Atlético de Madrid volvió a ganar en el Santiago Bernabéu al Real Madrid (1-2) por segunda vez consecutiva en Liga, para mostrar las carencias de un equipo lastrado por un verano extraño que tiene a un nuevo rival en la Liga, el cuadro rojiblanco, que ha convertido sus pesadillas blancas en sueños muy golosos. Hace años, un Madrid-Atlético era un encuentro destinado a la victoria para los locales. Por sistema, casi ocurrió así durante casi una década. Ahora ha cambiado. Tanto ha cambiado todo que un sector del Bernabéu pitó ayer a Iker Casillas cada vez que tocaba el balón, justo cuando cumplía 15 años en el club. "Me siento culpable. La afición es soberana", dijo el meta.

Y una vez más, el Madrid encajó un gol de córner, en un despiste de marcaje que aprovechó Tiago para poner el 0-1. La respuesta local fue muy buena y el Atlético se mantuvo en pie solo gracias a Moyá, que salvó unas cuantas antes del descanso, aunque no pudo detener el penalti lanzado por Cristiano (1-1).

Simeone reaccionó en la segunda parte. Quitó a Gabi y sacó a Arda. Poco después, saltó al campo Griezmann por Jiménez, poco acertado en su debut. El argentino necesitaba algo de creación y más imaginación. Le dio resultado. Una jugada entre el francés y Juanfran acabó en las botas del turco, que no falló delante de Casillas. Era el minuto 76 y el Madrid, ni con Chicharito, pudo reaccionar.