Por segundo año consecutivo, el Real Madrid disputará la final de la Euroliga, y de nuevo a costa del Barcelona, al que ya derrotó la temporada pasada en Londres y al que ayer le infligió un castigo sin paliativos con un baloncesto coral en el que por encima de todos destacó el MVP del torneo, el base Sergio Rodríguez (21 puntos y 6 asistencias). El Barça, que tardará en olvidar una de las noches más negras de su historia reciente, solo fue mejor en el arranque, cuando parecía que, esta vez sí, había subido ese par de peldaños necesarios para doblegar al conjunto blanco. Comandado por un inspirado Huertas que, desde el principio, buscó con éxito a Tomic en el bloqueo y continuación, firmó un 12-4 inicial en apenas cuatro minutos, que obligó a Pablo Laso a pedir su primer tiempo muerto.

El técnico madridista sacó a Sergio Rodríguez para cambiar el ritmo el partido y acabó con el sufrimiento de Bourousis para frenar a Tomic, poniendo más músculo en la zona con la entrada de Slaughter. Con ese nuevo guión, y el acierto en la finalización de Mirotic (9 puntos en el primer cuarto), el Madrid volvía a equilibrar el choque (16-16, min. 8) y Laso le devolvía la jugada a Xavi Pascual, quien era esta vez el que paraba el partido con un tiempo muerto.

El técnico del conjunto azulgrana, que había reservado a Navarro, daba también entrada a la Bomba, pero este no despertaría hasta el segundo cuarto, al igual que Rudy Fernández, muy apagado en estos primero minutos. Con un igualado 20-20, se llegaba al final del primer período, pero el Madrid dinamitaba el partido al inicio del segundo. Con Sergio Rodríguez en estado de gracia, Rudy empezando a ver aro con más facilidad y una antideportiva de Papanikolaou que acabaría con cinco puntos extra del conjunto blanco, los de Laso endosaban un parcial de 0-11 a los azulgranas para colocarse 20-31 antes de llegar al ecuador del segundo cuarto.

El Barcelona desperdiciaba sus opciones de recortar diferencias en el marcador desde la línea de tiros libres (9 de 17 en la primera mitad). Sin embargo, su defensa en los últimos minutos de la primera mitad y la fiabilidad de Tomic en el poste bajo le permitieron mantenerse con vida al llegar al descanso (37-45). Ese último ataque de dignidad azulgrana sirvió simplemente para alargar la agonía. Cuando el Chacho volvió a pista, el Madrid fue un vendaval. Su rival, con Navarro renqueante y Lorbek y Nachbar fuera del partido, solo tenía a Tomic y ya perdía de 25 puntos al final del tercer cuarto (48-73).

El festival madridista siguió en el último período ante un Barcelona sin defensa y sin orgullo. Mañana, al Madrid le espera en la final el Maccabi, que ayer sí creyó en el milagro y le remontó un partido que casi tenía perdido al CSKA de Moscú.