Uno quiso y no pudo. Primero jugó a no perder y, luego, cuando quiso ganar se estrelló contra el más galácticos de los galácticos: Iker Casillas. Ese fue el nuevo Mallorca de Benito Floro que, jugando "sólo al 25% de nuestras posibilidades", consiguió tutear al mismo Madrid que perdió todo lo perdible la pasada temporada, un equipo sobrado, engreído, que jugó con la ley del mínimo esfuerzo y que, copiando a los campeones de Europa, los griegos, enfrió el partido, arriesgó lo justo y, como reconoció el propio Camacho, sólo sacó "su mala leche" cuando se dio cuenta de que el gol de Ronaldo con el corazón, pues remató con el escudo del Madrid, podía no servirle para ganar.

El Madrid saltó al campo con los mismos jugadores de la primavera pasada pues Camacho no pudo alinear a ninguno de sus dos nuevos centrales, Samuel y Woodgate, que falta le hacen al pobre, y se mostró igual de indolente que en los meses en los que lo perdió todo. Fue un Madrid apático frente a un Mallorca voluntarioso, que cambió su anunciado 4-4-2 por un temeroso 5-4-1, con sólo Luis García en ataque.

LESION DE RAUL Puede que ese Mallorca, con defensa muy adelantada, líneas muy juntas y presión asfixiante a los centrocampistas blancos, hubiese podido llevarse el gato al agua ante un Madrid menor. Pero Raúl se lesionó a los 25 minutos, cuando todavía no había ocurrido nada, y a Camacho se le pasó por la cabeza hacer debutar a Owen en lugar de echar mano de Morientes, que anoche ya empezó a pensar que se ha equivocado al quedarse en la casa blanca .

Pavón agredía a Luis García para frenarlo en el 9, Salgado cedía a traición a Casillas en el 12, Helguera enviaba a las nubes un pase en profundidad a Figo en el 20 y Zidane dejaba de correr en el 22. Casillas se temía lo peor y Camacho decidió meter el primer grito a la media hora. Pero como el que quería no podía, el partido se limitó a unas risas como las que soltó el público cuando entre Marcos Vales, el venezolano Arango y Niño ridiculizaron a Beckham en un rondo. Mala imagen esa.

Pero, espoleados, tal vez, bueno, tal vez no, seguro, por la plática de Camacho, el Madrid salió a resolver en la segunda parte. Owen, a los siete minutos, hizo de Figo, se coló por la banda derecha, atrajo a Muller, lo quebró en el interior del área, hizo un amago de crack, que para eso está en la nómina de galácticos, centró al segundo palo y Ronaldo metió el pecho, el corazón, el escudo casi comiéndose el palo y marcó. Luego, enseñó el tatuaje de la muñeca, colocándose el antebrazo en la frente, y nadie se enteró de que el gol estaba dedicado a su actual novia: la modelo Daniela Cicarelli.

El resto fue un recital de Casillas cuando Floro sacó su artillería o proyecto de artillería. El meta blanco evitó cinco goles, cinco empates, cantados a remates de Delibasic (66 y 89), Vales (67) y Jorge López (83 y 84). Eso es lo que hay: más Madrid suertudo al que el árbitro, el castellano-leonés Turienzo Alvarez, le ahorró un minuto. Anunciaron cuatro minutos más y al final sólo se jugaron tres.