El Real Madrid se llevó el clásico del fútbol español (3-1), agigantado en su pegada y en un trabajo infatigable que le permitió primero remontar el tempranero gol de Neymar y luego liquidar a un Barcelona al que pudo endosar incluso un marcador más abultado. No fue el clásico de Messi ni de Cristiano Ronaldo. El argentino no pudo alcanzar el récord de Telmo Zarra y el portugués sí que terminó con el de Claudio Bravo, pero tampoco brilló en exceso. Los protagonistas fueron, inicialmente, Luis Suárez y Neymar y después el bloque de Carlo Ancelotti, cuya fe en el conjunto, amparada en una parada milagrosa de Iker Casillas a Messi y en su acierto en ataque, le ofreció créditos de gran valor.

La Liga se aprieta. El Real Madrid, que tantas dudas ofreció de nuevo en el inicio de campaña, prolongó su estado de gracia y demostró que, cuanto menos, a estas alturas de curso está ligeramente por encima del líder Barcelona en cuanto a estado de forma. Ancelotti finalmente no ofreció sorpresa alguna en el once inicial. No así Luis Enrique, que concedió la titularidad al uruguayo Luis Suárez tras cumplir la sanción por el mordisco a Giorgio Chiellini en el Mundial.

Entregó el puesto de lateral zurdo a Mathieu en lugar de Jordi Alba y situó a Xavi Hernández, un clásico de los clásicos, en la medular junto a Iniesta y Busquets. La decisión no pudo reportarle mejores beneficios de entrada. Prácticamente en el primer balón que tocó, el charrúa envió a Neymar al otro lado del área, el brasileño recortó a Carvajal y a Pepe y marcó con un disparo raso y colocado junto al palo izquierdo de Iker Casillas.

TANTO TEMPRANERO

Habían pasado cuatro minutos y el Barcelona, de nuevo, estaba en ventaja en el Santiago Bernabéu. El Real Madrid se enrabietó y tuvo cinco minutos para la ilusión, en los que Karim Benzema estuvo cerca del empate, sobre todo con un remate de cabeza que estrelló en el larguero tras un centro de Ronaldo (m.11). El Barcelona resistió la acometida blanca. Asentado, en ventaja, comenzó a poder tocar con Xavi, Iniesta e incluso Messi, que retrasaba su posición asiduamente.

El Real Madrid empezó a sufrir sin balón. Sin capacidad para arrebatar el esférico a los barcelonistas, Messi tuvo la sentencia un par de veces, principalmente en el minuto 23, cuando recibió solo de Luis Suárez a un par de metros de la portería y su remate lo rechazó a córner casi inexplicablemente Casillas en una de esas intervenciones que han engrandecido su nombre.

Con Marcelo por su banda como gran argumento ofensivo, el Real Madrid pecaba de ansiedad, pero una internada del brasileño acabó en penalti por mano de Piqué. Ronaldo, que apenas había tenido opciones hasta entonces, no desaprovechó la pena máxima y batió por primera vez al Barcelona en esta Liga. El récord del chileno Claudio Bravo quedó 754 minutos imbatido.

El empate renovó la fe blanca en el inicio del segundo tiempo. En un córner, Pepe reclamó su protagonismo y puso el 2-1 al rematar de cabeza (min. 50). El portugués había tenido un inicio de partido bastante discreto, con algún error importante. El partido se convirtió en un ida y vuelta enloquecedor y bello. Eso le permitió hacer al Real Madrid lo que mejor sabe, contragolpear. Justo en la acción del cambio de Xavi, Rakitic botó un córner, James Rodríguez despejó, Isco emprendió una carrera casi desesperada junto a Iniesta y acabó por quedarse con el balón. El tremendo esfuerzo encontró la recompensa, a pleno esprint, del 3-1 (m.61), con un remate cruzado de Benzema.

El Real Madrid pudo destrozar a su eterno rival en varios contragolpes. Con Messi casi desaparecido, el Barcelona era incapaz de superar la barrera planteada por los de Ancelotti. Para colmo de males, poco antes de la media hora de este segundo periodo se tuvo que retirar lesionado Iniesta. Incluso el Real Madrid se permitió el lujo de hacer algo que hace mucho tiempo no podía en los clásicos. Crecido en el trabajo defensivo, pudo tocar y combinar seguido por los olés desde la grada de un Bernabéu que comenzaba a festejar una victoria de muchos quilates.