Y el goleador fue Juan Carlos Valerón, un tímido y asustadizo jugador canario de voz aflautada. Anoche, en El Algarve portugués, junto a la frontera andaluza, Valerón (28 años) se disfrazó de delantero depredador para marcar un gol que le servirá para espantar muchos fantasmas. Agarró un astuto centro de Puyol que se coló entre las generosas piernas de Exteberria y lo resolvió con una autoridad insólita para alguien que logró tres goles en la pasada temporada con el Depor.

Pero ayer Valerón no pareció ser Valerón. "Había pasado medio minuto del cambio. Entro en el área y marco el gol", confesó él mismo asombrado de tal demostración de efectividad. Primer balón que tocaba y gol. La gente pidió a gritos su presencia en el campo. Lo que no sabía Valerón es que hasta el presidente del Gobierno pensaba lo mismo que la afición. "En el descanso me llamó Rodrgíguez Zapatero y me recomendó la entrada de Valerón", reveló anoche María Teresa Fernández de la Vega, la vicepresidenta del Gobierno. Nada más iniciarse la segunda mitad, la marea roja que inundó el sur de Portugal reclamó la aparición del mago. Y el mago salió. "¿Si habrá debate para que sea titular contra Grecia? No, hombre, no. Esperemos que sea todo una piña", dijo Valerón.

Esquivar la euforia

A Valerón no le gusta hablar mucho fuera del campo, aunque los demás no paran de hablar de él. Si pudiera, estaría oculto en la penumbra. Pero su gol a Rusia le ha permitido colarse en los libros de la historia española en la Eurocopa. Fue un gran gol porque nació de una impetuosa carrera de Puyol y concluyó con un toque de seda de un jugador canario que se tomó su tiempo para quebrar a una decadente selección rusa. Pareció que había transcurrido una eternidad entre que recibió la pelota hasta que armó su zurda para batir a Ovchinnikov, un estrafalario meta de larga cabellera. "Hemos merecido ganar. ¿Euforia? Ninguna: No hemos ganado nada", explicó Valerón refugiándose en el interminable catálogo de tópicos con el que se protege del acoso mediático.

Valerón es así. O se le quiere o se le detesta. Jugador de porcelana porque cuida al balón como si fuera una joya. Esta misma semana, mientras los demás pedían a gritos su titularidad y él callaba, un compañero suyo lo definió. "A Valerón le envías un balón difícil y te devuelve un ramo de flores". La frase es de otro artista. Pertenece a Joaquín, otro jugador inclasificable como Valerón. Tipos, sin embargo, que se derriten cuando la presión asoma, cuando los nervios mandan más que las piernas. Ambos fueron devorados por el Mundial de Corea y Japón.

El bético porque falló el penalti decisivo en cuartos de final ante la selección surcoreana y el deportivista porque viajó a Asia, pero nadie le llegó a ver de verdad. Ni a él ni a su fútbol. Anoche, todo cambió. La gente gritó su nombre (m. 48), el seleccionador Iñaki Saéz lo sacó al campo (m. 59), Valerón tocó un balón y acabó en gol (m. 60). La UEFA eligió a Vicente como el mejor del partido, pero la estrella fue Valerón. Fue anoche cuando el mago se convirtió en un zar.