Son hermanas y la tercer mejor pareja de pádel del mundo. Un día de cada quince, sin embargo, tienen que trabajar con un psicólogo para no comerse a gritos. "De pequeñas, en dobles no podíamos jugar juntas, nos llevábamos a matar. Siempre intentábamos jugar en parejas distintas", dice Mapi. "Y cuando jugábamos en contra.... era un show", bromea Majo. Pero no todo eran discusiones.

"También es verdad que nos quedamos campeonas de España júnior en dobles", añade Mapi. Y es que la relación deportiva de estas dos jugadoras siempre ha combinado el éxito con la tensión. "Con la confianza que hay, a tu hermana le dices las cosas de otra manera. Llevamos un año entrenando con un psicólogo para trabajar la comunicación", explica Majo. "La gente nos veía y decía: 'es que os habláis de unas maneras...'", señala Mapi. Las dos jugadoras comenzaron a jugar muy pequeñas, pero no a padel, sino a tenis. Sus entrenadores les vieron cualidades y las dos dieron el salto a la competición. Allí, entre decibelios de reproches, fueron progresando, cada una por su lado. No obstante, analogía de su relación de amor-odio, cuando una decidió dejar el tenis, también lo hizo la otra --"en realidad fuera de la pista nos llevamos muy bien"-- y, añorando la competición, se iniciaron como pareja en el pádel, en donde han conseguido varios éxitos en los últimos años, apareciendo en semifinales y finales de varios Open internacionales. "Ahora nos pilla más maduras. Dijimos: 'si nos ponemos a jugar juntas, vamos a controlar este tema'", alega Majo. Y dejando de lado el choque de carácteres, es innegable que el tándem funciona. "Cuando juegas con otra gente, hacen cosas que no esperas. Pero sé donde va a jugar cada bola mi hermana", dice Mapi.

"Llevamos toda la vida juntas, tenemos una complicidad especial que ninguna pareja puede tener", zanja Majo.