La carrera entraba en su fase decisiva, a falta de 30 vueltas, a falta de 70 millas para completar las 500. Fernando Alonso estaba remontando desde la octava plaza, pero el motor Honda explotó ante la decepción de los 300.000 espectadores que llenaban las gradas de Indianápolis. La victoria en las 500 Millas, el Trofeo Borg Warner, la leche del campeón tendrán que esperar a otro intento del bicampeón del mundo de F-1. Esa victoria que perseguía por vez primera Alonso fue, por vez primera, para un japonés de la F-1, Takuma Sato, de 40 años.

Todo parecía encaminado, desde el principio, a seguir el guion soñado. Alonso gestionó la salida desde la prudencia y cayó de la quinta a la novena plaza. Pero agrupado entre tres de sus compañeros de equipo (Marco Andretti, el propio Sato y Ryan Hunter-Reay), como si se tratara del líder de un equipo ciclista rodeado de los suyos en el llano, Alonso comenzó su escalada hasta llegar a su otro compañero, Alexander Rossi. Juntos se fueron hacia las dos primeras posiciones tras el primer pit-stop general. Alonso se colocó líder en la vuelta 38. «Es el momento de ahorrar gasolina», le dijo el jefe de equipo Michael Andretti, por radio. Así que el asturiano se dejó adelantar por Rossi. Después de una docena de vueltas, se cansó de Rossi y tomó, de nuevo, la cabeza de carrera.

Se cumplía el primer cuarto de carrera y Alonso rodaba más cómodo y más líder cuando un terrible accidente neutralizó la carrera. Jai Howard pegó contra el muro exterior de la pista y, en su regreso, al interior fue un obstáculo insalvable para uno de los favoritos, Scott Dixon, que impactó brutalmente contra su coche y salió volando, se elevó, se estrelló contra el muro. Escalofriante, aunque todo concluyó sin heridas. Dixon, el poleman y ganador en dos ocasiones de la prueba, decía adiós a la Indy con mucha suerte.

Sebastian Bourdais, otro de los favoritos que dejó sus opciones tras otro terrible accidente en la clasificación, fue el primero en ir a verle al centro médico. Dixon, el mismo tipo que plantó cara a unos atracadores a las afueras del circuito el viernes, salió del centro médico como si nada. «Lo siento por el equipo, porque íbamos muy bien». ¿Y del accidente? «Bueno, siempre confié en la gran resistencia de estos chasis».

Alonso, Rossi, Sato, Carpenter, Huntar-Raey, Hildebrand, Kannan, Castroneves, Andretti y Power completaban las diez primeras posiciones del pelotón de coches que reanudó la carrera tras la neutralización que aprovecharon para realizar el segundo pit-stop. La carrera fue yendo y viniendo entre accidentes, neutralizaciones y paradas en box.

Las alarmas comenzaron a sonar en el muro del equipo Andretti cuando el motor Honda de Hunter-Ray, ganador en el 2014, se rompió en mitad de una nube blanca, lo que dejaba a Alonso con un solo compañero cerca, Rossi, tras él, mientras el catalán Oriol Serviá, sensacional en su estrategia, se colocaba quinto ante una nueva neutralización, que propició la sexta y la que debería ser penúltima entrada en boxes de los nueve favoritos, antes de la décima neutralización una vuelta después de relanzar la carrera... ¡de locos! La prueba fue relanzada rápidamente y Alonso cayó a la 12ª posición, detrás de Serviá. Fue su momento más delicado, donde la inexperiencia en la Indy, en el óvalo, le pasó factura.

Con la enésima neutralización, a falta de 23 vueltas, tuvo lugar una masiva entrada en box, la última para repostar y montar ruedas, que dejó este orden: Chilton, Jones, Castroneves, Davidson, Sato, Hildebran, Serviá y Alonso. No era el panorama soñado para el gran final. Llegaba la hora de la verdad en las 500 Millas.

FINAL APASIONANTE / Mientras Serviá ascendía hacia la quinta plaza, Alonso se quedaba tras Kannan en la novena plaza. Chilton, Castroneves y Sato rodaban rueda contra rueda por el liderato. Fue en la vuelta 176, cuando, por fin, Alonso se libró de Kanaan para lanzarse a por la victoria. Y fue entonces cuando el motor Honda dijo basta.

Serviá se mantenía con todas las opciones, cuando el catalán chocó contra Davidson mientras peleaba por la tercera plaza, en un accidente múltiple con Carpenter, Hunkliffe, Newgarden y Power a falta de 15 vueltas. Fue entonces cuando Castroneves sacó lo mejor de sí mismo para luchar contra Sato y Max Chilton. El fantástico Castroneves tuvo que ceder ante el impetuoso Sato, que ganó por primera vez.