Vuela este viernes España a Moscú para iniciar el Mundial de verdad. Ese que no tolera errores ni distracciones como los que ha vivido la selección de Hierro en su peregrinaje por Rusia (Sochi-Kazán y Kaliningrado). Viaja con el malestar instalado entre los jugadores porque casi cada uno de los 23 tienen un motivo (o más) para sentirse señalados. Y descontentos. Viaja España con el eterno debate sobre la portería, aunque De Gea no sea el culpable, ni mucho menos, del desastre defensivo de una selección que ha perdido su tradicional fiabilidad. Él se siente señalado, pero no es el único.

"Hemos recibido más críticas de la cuenta", contó Carvajal, transformado en el portavoz del descontento que sacude a la selección donde se duda hasta de Hierro, que asumió el cargo provisionalmente mientras Lopetegui, a espaldas de la federación, fraguaba (y firmaba) su contrato con el Madrid. "Está más que capacitado para llevar esta selección, es un gran entrenador, estamos a muerte con él", dijo el defensa madridista.

"Desde los 30 años llevo escuchando que estoy viejo" (Iniesta)

Descontento anda De Gea. Descontento se ve a Isco, pese a su buen partido ante Marruecos. Descontento está Iniesta, a quien llevan años intentando (sin éxito) jubilar. “Con Andrés sobran las palabras, es uno de los comandantes de esta selección. No hay que ponerle en duda en ningún momento”, clamó Carvajal, consciente de que ese clima de críticas cala, como lluvia fina, en la lujosa academia de Krasnodar. "Desde los 30 años llevo escuchando que estoy viejo", reveló Iniesta a Radio Marca. Tiene 34 años y es pieza capital de España.

Descontento también va Silva, más discutido que nunca, a pesar de ser uno de los faros de la selección en estos dos últimos años. Descontento queda Thiago por no tener la continuidad que sí gozaba con Lopetegui. Descontento, además, se escuchó a Saúl, quien echa mucho de menos a Julen. Descontento, aunque se lo calla, puede sentirse Iago Aspas, un delantero lleno de efectividad. Minuto que juega, minuto que aprovecha.

"Llevamos dos años sin perder y hemos sido primeros de grupo, se podía dar un poco más de valor a todo esto" (Carvajal)

"Llevamos dos años sin perder y hemos sido primeros de grupo, se podía dar un poco más de valor a todo esto”, contó Carvajal. "Pocas selecciones pueden decir eso. Si desde dentro se cuestiona tanto no se hace bien", admitió después el lateral del Madrid, asumiendo, eso sí, que España todavía no ha sido la España que se pensaba. Ni siquiera para ellos. "Tenemos que ser autocríticos y dar todos un poquito más", añadió.

No resulta comparable este desencuentro con los cismas vividos en su día con Luis Suárez, Clemente o Luis Aragonés

Pero este malestar no es, en absoluto, comparable al cisma vivido con los periodistas en Italia-90, Estados Unidos-94, Francia-98 o Alemania-2006). Aquello eran verdaderas guerras civiles entre la prensa y el seleccionador de turno (Luis Suárez, Javier Clemente y Luis Aragonés). Ahora, pese a la irrupción de las redes sociales, son batallitas menores.

Un "poquito más"

Dar "un poquito más", sobre todo, en el aspecto defensivo, la verdadera sangría de España por la que ido dibujando su declive desde que llegó a este Mundial. Ofreció buena imagen con Portugal, curiosamente el enemigo más complicado, flaqueó con Irán y casi agonizó con Marruecos.

"Debemos mejorar la concentración defensiva y más ahora en estos partidos de vida o muerte. O ganas o te vas para casa", sentenció Carvajal. Para no volver el domingo por la noche y empezar las vacaciones antes de lo previsto la selección tiene que solucionar diversos problemas. "Nos han hecho gol con muy poco. Es una tarea pendiente que debemos resolver, hay que erradicar ese asunto para mantener la portería a cero", confesó el lateral blanco.

Entre tanto descontento, Hierro aprovechó los días posteriores al sufrido empate con Marruecos para encontrar el camino perdido y terminar con esa ola de descontentos que sacude la calurosa Krasnodar. Trabajó España bajo un sol terrible rozando los 40 grados (eran 38) antes de volar este viernes a Moscú, la capital rusa. Allí donde solo el balón puede terminar con tanto cuchicheo y tanta mala cara, por mucho que se intente ocultar.