La visita del Barça despertará viejos (y malos) recuerdos en el barrio rojo de Manchester. Al frente de los azulgranas camina la gigantesca figura de Leo Messi, el causante de las últimas frustraciones, si se entienden como tales la pérdida de las dos últimas finales de la Champions, con los coletazos de la mejor generación de la historia del United, y no el paso de José Mourinho por el banquillo de Old Trafford.

El despido del técnico portugués se convirtió en necesario a la vista de que el tercer sustituto de sir Alex Ferguson, el patriarca de la época dorada, amenazaba con destruir la fortaleza del club, el más seguido en el mundo. David Moyes no duró ni una temporada (2013-14), y Louis van Gaal completó dos (14-16) antes de que Mourinho reanudara la rivalidad con Pep Guardiola en la llegada simultánea de ambos a la ciudad en el 2016. La comparación entre el United y el City, en títulos, victorias y juego, hizo sonrojar a los diablos. Y no de orgullo, sino de ira.

EL HIJO ADOPTIVO

El orgullo se va recuperando lentamente con Ole Gunnar Solskjaer, uno de los hijos adoptivos de Ferguson (noruego de nacimiento, lo fichó a los 23 años y lo retiraron las lesiones a los 34) y con quien el United ha vuelto a esbozar una sonrisa.

Desde el debut en el banquillo el 22 de diciembre, (1-5 al Cardiff), el equipo solo ha perdido 2 de los 18 partidos disputados. Uno ha sido el último (2-0 en la visita al Arsenal); el primero quedó subsanado con una heroica actuación. El 0-2 ante el Paris Saint Germain se reparó con el memorable 1-3 del Parque de los Príncipes y la continuidad entre los ocho mejores de Europa.

La sonrisa del asesino con cara de niño (the baby-faced assassin en inglés) se extendió por el oeste de Manchester cuando salió la bola del United junto a la del Barça. "Tenía que ser el Barcelona", explicó Solskjaer a la web del club, insinuando que había tenido una premonición. "Recibí muchos mensajes de amigos diciéndome que este año lo lograremos porque el 20 era mi número y se cumplen 20 años", argumentó el técnico que, al contrario de Messi, evoca el último episodio de gloria.

"¡VAMOS AL CAMP NOU OTRA VEZ!"

Tuvo lugar en el Camp Nou. La apoteósica final del 26 de mayo de 1999 entre el United y el Bayern, que vencía por 0-1 en el minuto 90. Teddy Sheringham empató en el inicio del tiempo añadido y Solskjaer, poco después, desviaba un cabezazo de su compañero para colocar un inapelable 2-1 en el marcador.

"¡Vamos al Camp Nou otra vez!", clamó el exdelantero, ahora entrenador, feliz de volver a pisar el escenario "de la noche más grande que he vivido en el fútbol". Tan contento estaba, que no le importaba que albergara el partido de vuelta de la eliminatoria, al contrario de la mayoría de los entrenadores, que preferirían echar la última carta en casa.

EL CAMBIO ES POGBA

La vivirá desde la banda, igual que como empezó aquella final de suplente. Esta vez no saltará al rectángulo. Lo harán otros a sus órdenes. Paul Pogba estrechará la mano de Messi y verá a uno de los tipos que le quitó la Champions del 2015 en Berlín cuando jugaba con la Juventus. El rendimiento del centrocampista francés representa el cambio que ha supuesto en el vestuario el relevo de entrenadores. El capitán no se hablaba con Mourinho y apenas contribuyó con un gol entre agosto y diciembre, Antes de acabar el año metió dos dobletes y suma ya diez goles.

El panorama no ha cambiado mucho para Alexis Sánchez. Tal vez piense que se equivocó mucho al marcharse del Barça en el 2014 por lo mal que le ha ido (no en ganancias económicas) en la Premier. en el Arsenal primero y luego en Manchester. Ahora anda lesionado de la rodilla. El cuarto percance de la temporada.

No era titular con Mourinho ni tampoco lo es con Solsjkaer y solo ha marcado dos tantos. Ambos prefieren el trío formado por Lingard, Lukaku y Rashford, más el recambio de Martial. El nuevo entrenador sí que juega con tres puntas y rechaza el doble pivote Matic-Fellaini con el que se pertrechaba el portugués, condenado a ver el duelo como comentarista de televisión.