Fue hace once años cuando a Pilar Crespo se le abrieron los ojos como platos. La zaragozana descubrió la carrera a pie. Hasta entonces había practicado baloncesto en el colegio Marianistas. «Era base y alero, aunque estaba mucho en el banquillo. Cada uno tiene que saber su papel en el equipo. Lo dejé y empecé a correr más en serio. Desde entonces no he parado», dice.

Ahora está enganchada a este deporte que está de moda. Las pruebas populares tienen una participación masiva. «Mi deporte es el atletismo. Es lo más cómodo porque no necesitas quedar con nadie. Te pones las zapatillas y ya está. Comencé a correr con Diego Bayano en El Olivar. Y también con Fernando Sanz, mi marido. Pero luego empecé a rodar sola. No conocía a nadie que se pusiera a correr a las seis de la mañana. ¡Espero no dejarlo!», afirma.

Su vida ha estado llena de retos. Hace siete años creó su propia empresa. Montó una consulta deportiva junto a La Azucurera. Se llama Helse. «No me podía imaginar la aventura que es. Hay que tener un colchón. Pero gracias a Dios están los bancos y puedes pedir un crédito. Se retrasan las cosas, hay cantidad de papeleos, permisos de sanidad, de obras que se me escapaban. Es una montaña o un precipicio, pero cuando te centras en tu trabajo las cosas van rodadas».

En el negocio trabajan cinco personas, entre ellas Amadeo Sorli, el exjugador de balonmano, que da clases de pilates. A su consulta acuden deportistas que practican balonmano, triatlón... «También gente que no hace deporte y empieza. Eso es lo mejor», confiesa. Y han creado un grupo de corredores. «No hay que apuntarse y viene el que quiere. Somos 15 personas y es para favorecer que la gente del barrio se ponga a correr. Es ejercicio salud y hay gente superconstante. Rodamos por las riberas del Ebro».

Crespo ya ha disputado los maratones de Sevilla, Zaragoza y Viena. «En Sevilla hice una marca de 3.39 y en el medio maratón de 1.41 en Tudela. Pero tengo 34 años y dicen que a partir de 35 es la mejor edad. Mi mejor maratón está por hacer». Ahora su mayor ilusión es correr en Boston. «También me gustaría disputar los 101 kilómetros de Ronda. Son muy míticos. Pero mi sueño es hacer la GR-11, el sendero pirenaico, entero», afirma.

Como fisioterapeuta, Crespo está cada vez más reconocida. Como una hormiguita ha trabajado sin pausa día a día. Ya estuvo trabajando cinco años con el equipo de balonmano femenino del Rótulos Plasneón de la División de Plata. «Después estuve dos años en el Mann Filter de Víctor Lapeña. Pero me debían dinero y me fui», explica.

Paralelamente conoció a otro fisio, Fernando Sanz, que trabajó en el Balonmano Aragón. El flechazo fue instantáneo. Sanz vive en Qatar hace tres años. «Para él fue una aventura irse allí, pero le surgió la oportunidad de seguir ligado al deporte de élite. El año pasado estuvo en el balonmano playa». La relación entre esta pareja de fisios es a distancia. «Nos vemos cuando podemos. Hablamos todos los días, pero es complicado cuadrar agendas. Voy a Qatar dos o tres veces al año. Allí se vive bien y hay mucho extranjero. Los medios que tienen son muy buenos. Pero en España se trabaja muy bien con menos medios y a la vista está. Aquí tenemos muy buenos resultados deportivos con pocos medios».

En una vida llena de caminos paralelos que confluyen en un punto, Crespo también ha crecido laboralmente en el baloncesto. «En el 2012 empecé a trabajar con la Federación Española. Lapeña estaba de seleccionador femenino U17 y me propuso acudir a Lanzarote para suplir a la fisio titular. Desde entonces me llamaron a diferentes concentraciones», explica. Lo último ha sido una experiencia única en el Mundial de baloncesto femenino de Tenerife, donde España se llevó el bronce. Crespo trabajó con otro fisio zaragozano, Juan Carlos Palacio. «Es un placer trabajar con esta Federación. Esto me hace crecer, mejorar y sacar lo mejor de mí. Los medios son una maravilla y el grupo de trabajo es muy bueno». Crespo espera tener continuidad. «El año que viene hay Europeo y no sé si contarán conmigo. Igual me toca un equipo de formación. Me gustaría ir a unos Juegos. Pero queda camino por recorrer», finaliza.