César Láinez es ya el tercer entrenador de la temporada para el Real Zaragoza, tras Luis Milla y Raúl Agné, el encargado de frenar la caída libre en la que se ha instalado el equipo, una mirada al abismo de Segunda B, ahora a tres puntos con 12 jornadas por delante, que es toda una amenaza de desaparición para el club. Será presentado hoy (12.00 horas) y el exportero, hasta ayer entrenador del filial, toma las riendas del equipo de toda su vida en un momento crucial y después de que la derrota ante el Sevilla Atlético marcara la suerte definitiva para un Raúl Agné que había hecho demasiados equilibrios en el puesto. El terrible varapalo del sábado ya no lo aguantó. Mientras, será Javi Suárez, hasta ahora en la secretaría técnica, quien tome las riendas del filial.

Ya por la mañana, en el día después de esa dura derrota, se anticipaba en una mañana de reuniones en la Ciudad Deportiva que la suerte del de Mequinenza estaba echada. El cónclave del consejo por la noche con el director deportivo, Lalo Arantegui, y el director general, Luis Carlos Cuartero, selló el despido. Agné, que sabía mucho antes la noticia, ya tiene acordado su finiquito hasta final de curso, teniendo en cuenta que el próximo curso era opcional en función de objetivos. El salario del técnico y sus ayudantes rondaba los 140.000 euros.

DECISIÓN DE ARANTEGUI / El club, en su comunicado, anunció que había decidido, «de acuerdo con los argumentos y la propuesta de la dirección deportiva, la destitución de Raúl Agné como entrenador», dejando clara la responsabilidad en la decisión de Lalo Arantegui, en su primera medida de calado desde que llegó el 27 de febrero. En los primeros días, mantuvo un discurso de confianza hacia Agné y la idea del club era que terminara la temporada como fuera salvo hecatombe o situación insostenible en la tabla. Todo se aceleró tras la inexplicable derrota ante el Sevilla Atlético, que ya dejó al técnico sin ninguna red. Hace tiempo que tenía muy pocas o casi ninguna.

Láinez llega al Zaragoza tras dirigir al filial las tres últimas campañas, desde octubre del 2014, cuando relevó a Emilio Larraz (era su segundo en el B), primero en Segunda B y luego en Tercera. El nombre de Láinez siempre estuvo sobre la mesa desde que se vio que la dinámica con Agné, que llegó a finales de octubre con el aval de Narcís Juliá, no era la adecuada, desde que empezó a perder crédito, en una caída incrementada en este 2017.

La salida de Juliá, que esperó hasta el final del mercado de enero a condición de que no se echara antes a Agné, el tiempo que pasó hasta la llegada de Arantegui, alguna victoria clave, sobre todo la lograda en Huesca, la estrechez económica y el hecho de no condicionar el próximo curso con un técnico de fuera que pidiera un año más o una suculenta prima por la permanencia retrasaron la medida.

También lo hizo el hecho de que sea la primera experiencia en un banquillo profesional para Láinez en un momento tan delicado, por la sensación de que se está anticipando el salto del técnico zaragozano. Pero al final no ha quedado más remedio y Láinez acabará la temporada con la idea de evitar el desastre del descenso para después decidir si sigue en ese puesto, o si llega otro entrenador, tal y como era la idea inicial en la que se sustentaba la continuidad de Agné.

A Láinez conocimientos futbolísticos y zaragocismo le sobran. Conoce bien la plantilla, el ambiente y el entorno del equipo, además de ser buen amigo de Cani y Zapater, con los que compartió vestuario. El exportero (Zaragoza, 10 de abril de 1977) ya se entrenaba con la primera plantilla con 17 años, disputó 119 partidos oficiales y alzó dos Copas del Rey y una Supercopa antes de decir adiós el 25 de mayo del 2005, con 28 años y por culpa de unas lesiones de rodilla que le persiguieron desde 1993. Comenzó a entrenar ya en el Stadium mientras terminaba de sacarse el título nacional y después dirigió a los benjamines del Juventud antes de regresar a la Ciudad Deportiva y de coger el filial. Ahora vuelve al primer equipo y el futuro queda en sus manos.