Cualquier futbolista que quiera saber cómo reivindicarse de manera sencilla, rápida y eficaz debe seguir el manual que han escrito Adrián González e Iván Azón. Dentro y fuera del campo. Cuando toca hablar, respeto y sensatez. Cuando toca jugar, hechos. Ambos fueron clave en el triunfo de oro del Real Zaragoza sobre el Almería con dos goles que acercan mucho más el objetivo de la salvación y que dejan una alegría en el cuerpo que el zaragocismo llevaba tiempo sin disfrutar.

Adrián volvió a ser titular por segunda semana consecutiva. «El injusto es el entrenador por no ponerle más», había dicho JIM antes de sacarlo en el once inicial en Fuenlabrada. Hasta entonces había estado primero lesionado y, después, saliendo uno, dos, tres minutos al final de los partidos. El centrocampista habló entre semana y, sin una palabra más alta que otra, con máximo respeto a todo el mundo, se reivindicó con elegancia. Vino a decir que él había venido a ser importante y por eso quería jugar los partidos importantes, los que ahora van a decidir si el Zaragoza sigue o no en Segunda un año más.

Frente al Almería fue una de las razones por las que el equipo estuvo mejor en el centro del campo en la primera parte (la segunda ya fue otra historia) y fue muy inteligente para quedarse solo en el área pequeña en el minuto ocho y cabecear dentro de la red el centro lateral de Zapater -otro más-. Es su segundo tanto con la camiseta del Zaragoza, lo que le sitúa ya en segunda posición en la tabla de goleadores del equipo empatado con Igbekeme y Azón. Desde luego, Adrián dio la razón a JIM en su decisión de hacerle titular.

También se la dio Iván Azón que, por segundo partido consecutivo, fue decisivo saliendo en el tramo final (esta vez con algo más que unos minutillos). El Zaragoza sigue sin crear muchas ocasiones, ni el Toro ni Narváez, más alejado desde la banda izquierda, tuvieron ninguna -el equipo solo tiró tres veces a puerta-, pero el canterano, un torbellino de energía, ganas y pasión, agita los partidos y las defensas rivales en ese tramo en el que las piernas empiezan a pesar, la cabeza tampoco va ya a la misma velocidad y los espacios se ensanchan.

En Fuenlabrada le costó menos de un minuto provocar el penalti decisivo. Frente al Almería salió mientras el VAR revisaba el golazo de Robertone para ver un fuera de juego milimétrico que le quitó la congoja al equipo y tardó algo más, 18 minutos, en culminar una jugada en la que el Zaragoza fue paciente para mover y mover el balón hasta que Tejero desde la derecha la mando a la izquierda, donde Nieto la devolvió al centro, por donde entró Azón para volver a sonreír como lo hizo con él todo el zaragocismo.

Un manual de la reivindicación en cómodos pasos que bien puede servir de guía a cualquiera y que confirma dos grandes activos para JIM, cada uno a su manera, cada cual desde una posición y un punto de partida distinto. Siendo titular o suplente, jugando más o menos, se puede se importante, decisivo. Adrián y Azón saben cómo.