Con la diestra, con la zurda, de golpeo seco, con buena colocación, a los ángulos, de cabeza, después de varios requiebros, el arte del que está abusando en el Real Zaragoza, tras un rechace, pero prácticamente siempre de primeras, con agilidad en la decisión y dentro del área, tres de las virtudes que mejor definen a un delantero con gol. Así hizo Marc Gual sus 14 tantos en 24 partidos en el Sevilla Atlético hace dos temporadas. Fueron sus mejores destellos en el fútbol profesional y los que le empezaron a hacer un nombre recién entrado en la veintena.

Ese fue su gran aval para que Lalo Arantegui se desviviera por él, lo esperara como se espera sin desesperar, convencido de su apuesta y a pesar de todas las dificultades que interpuso el Sevilla. A punto de acabar la primera vuelta, Gual ha hecho dos goles en 1.151 minutos, uno cada 575 o, en lenguaje futbolístico, uno cada algo más de seis partidos. Cifras pobres y que, de momento, no se corresponden con la expectativa de su fichaje ni con la condición de goleador.

¿Tiene gol Marc Gual? Esa es la pregunta que flota en el aire. Hasta ahora, no. En Zaragoza está haciendo mal lo que tan bien hizo en el filial del Sevilla: definir. Es ahí, en zona de remate, donde le falta puntería, pausa y claridad mental. Y le sobran regates y ansiedad. Su trabajo para el equipo es estupendo y se corresponde más al de un segundo delantero que al de un punta nato. La gestualidad tampoco le hace bien, se desespera y desespera. Pero condiciones técnicas tiene muchas. No hace goles, pero da la impresión que por calidad debería hacerlos.