Marc Márquez (Honda) llegó al Mundial de MotoGP (2013) para destrozar los libros de historia, para pulverizar, casi ridiculizar, los récords de precocidad de los mejores pilotos de las décadas anteriores, para convertirse en el campeón y hasta en el tricampeón (y va camino de ser, también, el tetracampeón) más joven de todos los tiempos. Y todo eso, y más, lo ha hecho con un estilo que todos consideran un auténtico suicidio, una temeridad de pilotaje, un descontrol controlado.

Márquez, que se va hoy de vacaciones tras haber destrozado, zarandeado y puesto, de nuevo, patas abajo el Mundial de la categoría reina, aquel que todos consideraban iba a ser el primero para el brillante Maverick Viñales (Yamaha), el décimo para el monstruo Valentino Rossi (Yamaha) o, por fin, el estreno de dos veteranos como Dani Pedrosa (Honda) o Andrea Dovizioso (Ducati), no cesa de demostrar que si hay un emperador, perdón, un káiser en el imperio de la velocidad, ése es él, Marc Márquez Alentá.

Cuentan los futbolistas que no hay nada mejor que ganar y hacerse con el liderato el domingo antes de que se produzca un largo parón liguero de selecciones «pues los dejas pensando a todos durante días y tú te instalas allá arriba como un señor». Es lo que hizo Márquez ayer, en su circuito preferido, Sachsenring, el trazado donde se demuestra que uno es valiente, donde hay que jugarse la vida en una bajada que solo los más atrevidos soportan.

Márquez llevaba 7 de 7 antes de llegar a Alemania y se fue con 8 de 8. Es decir, 8 poles seguidas y 8 victorias consecutivas. En un circuito de izquierdas. Nadie había hecho 8 de 8. Rossi logró, en su día, 6 victorias seguidas en Mugello, pero nunca precedidas de 6 poles. Stoner sumó 7 consecutivos en Phillip Island, pero nunca con 7 poles antes. Márquez, sí, Márquez lo hace todo a lo bestia: del 7 de 7 al 8 de 8. .

La carrera de Sachsenring tenía que ser, según le contó Márquez a sus amiguetes, «un duelo entre Pedrosa y yo, fijo». Pero fue un duelo con el local Jonas Folger, de 23 años, diez temporadas en el Mundial, 146 grandes premios y cinco victorias (1 en 125cc, 1 en Moto3 y 3 en Moto2). «Cuando lo vi ahí, pensé ‘olé, qué bien, uno más para meter en el lío y restar puntos a los favoritos’. Pero luego, cuando pasaron las vueltas y seguía pegadito a mi colín, ya me pareció algo pesado. Y cuando traté de escaparme y no pude, me dije ‘Marc, descansa un poco y, cuando falten cinco vueltas, intenta coger ese medio segundo que le obligue a conformarse con el podio’», narró Márquez.

«Lo único que no quería era una última vuelta a muerte con Folger, un piloto local, en su circuito, un rookie que no tenía nada que perder. Por eso me lo dejé todo en los tres últimos giros, cogí algo de ventaja y gané». Así fue como el káiser Márquez venció y se encaramó al liderato del Mundial. Es el cuarto jefe en nueve carreras: Viñales, Rossi, Dovizioso y Márquez. Los dejó a todos pensando durante las cuatro semanas de vacaciones.