--Vuelve a La Romareda tras salir el pasado verano y después de un año en el Zaragoza como mínimo agridulce...

--Venir a jugar aquí es un partido especial para mí, pasé una temporada en el Zaragoza que no fue fácil para nadie, pero fue un buen año a pesar de todo, a pesar de no cumplir con los objetivos. Estoy contento de volver a jugar en La Romareda, aunque sea de rival.

--¿Su idea es sacarse con la Ponferradina la espina, demostrar lo que no pudo la campaña pasada?

--Sacarme la espina solo lo podría hacer de haberme quedado. Ahora me debo a otro club y estoy contento en la Ponferradina, donde me siento bien. Vamos a Zaragoza a ganar, no pienso en nada más. Claro que me da bronca no haber podido por diferentes factores mostrar mi verdadero nivel, pero no hago nada recordando eso, ya pasó.

--¿En qué porcentaje falló usted para que no diera aquí su nivel?

--No me atrevo a dar un porcentaje de responsabilidad. Pasó eso por varias cosas y todas pesaron, no unas más que otras. También tuve lesiones musculares que me lastraron. No me había pasado otras temporadas, pero el año pasado, sí. Y llegué al Zaragoza en un momento muy complicado. Complicadísimo.

--Lo hizo en julio del 2013. Fue uno de los primeros fichajes.

--Y a los tres días querían echar a medio plantel, se había peleado un compañero (Apoño) con algunos hinchas... Es que era muy difícil rendir a mi verdadero nivel. La inmensa mayoría de jugadores no lo hizo, por algo varios de los que había están ahora en Primera y haciéndolo bien. Al final, los problemas externos influyen muchísimo. Si es que, en enero, cuando el equipo reaccionó y estaba arriba, el clima seguía siendo el peor, querían echar a compañeros (Movilla, Paredes y José Mari), no había dinero, se hablaba del dueño, de los problemas... Se hablaba de absolutamente todo menos de fútbol.

--¿Que Víctor ya no esté cambia la perspectiva de su partido, de sus ganas por jugarlo?

--No, de verdad que no. Yo juego contra el Zaragoza, no contra su entrenador.

--Esa nula relación entre ustedes no es un secreto.

--De parte mía siempre intenté que fuera la mejor, con toda la predisposición. Venía jugando mucho con Paco Herrera y con Víctor jugué contra el Deportivo y frente al Córdoba, nada más. Nunca puse mala cara, siempre ayudé, trabajé duro, pero su decisión fue inamovible.

--¿Se lo explicó?

--No, nunca. No me habló, pero tampoco esperaba que lo hiciera. Y en circunstancias normales creo que sí merecía esa explicación de su parte, pero no me la dio. Espero que en su decisión solo pesaran cuestiones futbolísticas, porque de lo otro no puede tener ni una queja.

--Tenía contrato y quiso quedarse en el verano pasado, pero con el entrenador era imposible.

--Hablé con los nuevos propietarios, que estaban dispuestos a que siguiera si me bajaba la ficha. Y yo aceptaba. Fue Víctor el que no quiso. Con ese entrenador, viniera el dueño que viniera, yo no iba a seguir. Y así fue.

--¿Le guarda rencor?

--Rencor no. Lo único que me enfada es que no me quedé ahí estando a gusto y él tres meses después ya no está. Además, en la vida cuando se cierra una puerta se abre otra y la de la Ponferradina ha sido un acierto abrirla.

--¿Qué recibimiento espera de la afición de La Romareda?

--Imagino que habrá de todo, a algunos no les caeré bien y a otros, sí. Algunos lo expresarán de una forma y otros, de otra. Lo que tengo claro es que no es culpa mía, ni de ningún otro exjugador, que un equipo tan grande en España como es el Real Zaragoza haya pasado por situaciones tan negativas, con descensos, cambios de dueño, problemas financieros... Disfruté en el Zaragoza, para mí es un club histórico pero fui en un año en el que nada salió como pensábamos.

--En esta temporada todo está más tranquilo.

--Por supuesto. No lo descubro yo. Me fui a final de verano y ya lo pude comprobar, por ejemplo en el trofeo contra el Villarreal. La afición, desde que llegaron los nuevos propietarios, se volcó. Se calmó todo. El problema era el anterior propietario, porque a nosotros esa relación entre la afición y Agapito Iglesias nos perjudicó cuando jugábamos en casa, porque se creaba un mal ambiente que no ayudaba al equipo. Ahora, la gente está más enchufada, con más paciencia y al Zaragoza le viene fenómeno, ya que ese apoyo le va a ayudar mucho a los futbolistas.

--¿Lo ve como candidato al ascenso? En estos meses, Víctor fue el único que no quería mencionar esa palabra.

--También cuando llegó y estábamos a seis puntos de la promoción dijo que estábamos para salvarnos, y solo para eso. Por lo que vi y a pesar del control presupuestario, tiene plantilla para mirar arriba. Hay calidad y cantidad de futbolistas y en condiciones normales tiene que estar ahí, en los puestos altos, pero esta Segunda es muy pareja.

--Arriba está la Ponferradina, sexta y en promoción.

--Estamos ahí por méritos propios, no le quepa duda. Pero miramos a llegar a 50 puntos, para lograr la salvación. Después, ya se verá. No nos vamos a volver locos. Lo primero, la permanencia.

--Llegó tarde a la Ponferradina, empezó jugando poco y ahora más, sobre todo a domicilio. 10 partidos y casi 500 minutos lleva.

--El míster cambia un poco el planteamiento según el rival. Al llegar no estaba en la mejor forma tras el verano que viví, pero cada vez voy a más, con más minutos y aspiro a consolidarme del todo. Solo firmé un año y no pienso en el futuro, solo en volverme a sentir importante y en demostrar lo mejor. Solo eso.