No se pueden imaginar el calor que hace en Brno, República Checa. O, sí, al fin y al cabo estamos a 4 de agosto. Así que, con más de 50 grados en el asfalto, no hay quien se fíe de los neumáticos ni de las sensaciones que experimentan sobre la moto. Desde luego, ni siquiera los sorprendentes cuatro líderes del primer día del GP checo (1. Dani Pedrosa, sí, sí; 2. Danilo Petrucci, sí, sí; 3. Álvaro Bautista, sí, sí; y 4. el malayo Hafizh Syahrin, sí, sí, el llamado pescao) se creen lo logrado, es decir, los mejores cronos del viernes.

Por lo tanto, los demás, los buenos, los que van a ganar, los que llenarán el podio mañana, trataron de hacer los deberes y, a su manera, preocuparse más de sus problemas, que los tienen, y muchos, que de los tiempos de sus adversarios. Lo que sí parece claro es que aquí, en Brno, volverá a ganar una Honda o una Ducati y que Yamaha, lamentablemente para Valentino Rossi, Maverick Viñales y Johann Zarco, alargará aún más su año de penurias.

¿Quién asoma la cabeza? Si hablas con Marc Márquez, que asegura que ahora copia los viernes que hacía Andrea Dovizioso el pasado año «porque parecía que no estaba, que estaba desaparecido, que no hacía buenos cronos, pero lo que estaba era preparando metódicamente la carrera del domingo», te dirá que Dovi es quien tiene el mejor ritmo. Si hablas con Dovi, que Márquez.

El tetracampeón fue el primero en ponerse líder del viernes pero enseguida desistió de pelearse con el cronómetro y se pasó los entrenamientos probando ruedas, adoptando el ‘método Dovi’, es decir, trabajar todo el viernes para el domingo. Además, ayer fue uno de los pocos viernes sin caída de Márquez, lo que significa que la estrategia le salió redonda. Fue precisamente el propio líder quien, aprovechando la lesión de Jorge Martin, líder de Moto3, recordó, una vez más, que «pese a mis 46 puntos de ventaja sobre Vale, nada está decidido, pues restan diez carreras y cualquiera podemos tener la mala suerte de Jorge: caerte, romperte una mano, un pie, la clavícula, ¡vete a saber!».