Marc Márquez, flamante pentacampeón del mundo más joven de la historia de MotoGP y precoz heptacampeón de motociclismo, ha dado hoy un cariñoso toque de atención a Honda, su fábrica bien amada (estoy donde quería estar y muy, muy, feliz), para que se ponga las pilas de cara a la próxima temporada y, muy especialmente, para que en los dos entrenamientos que hay después del Gran Premio de Valencia, que despedirá, a mitad de noviembre, el Mundial-2018, traiga todo el material nuevo posible para poder preparar, ya a fondo, la próxima campaña.

Nosotros hemos estado todo el año a un gran nivel, muy regulares, siendo competitivos en todos los circuitos donde hemos corrido, partiendo los viernes de una buena puesta a punto que, generalmente, nos funcionaba, pero las otras tres fábricas, especialmente Ducati y Suzuki, han estado dando pasos muy importante y, junto al regreso de Yamaha, que ganó en Australia de la mano de Maverick Viñales, ahora ya hay ocho motos oficiales con posibilidades de alcanzar el podio, comentó Márquez tras lograr hoy, en el calurosísimo trazado de Sepang (Malasia), el tercer mejor tiempo (1.59.701 minutos) detrás del también catalán Àlex Rins (Suzuki, 1.59.608) y el italiano Andrea Dovizioso (1.59.697).

Preparar bien el 2019

Márquez no quiso decir, en ningún momento, que Honda se había dormido en los laureles, ni hablar, pero sí reiteró que el campeonato acabará con cuatro grandes marcas en posición de victoria y, por tanto, todo parece indicar que o mejoramos como todos o tendremos problemas en el inicio de la próxima campaña. Ni que decir tiene que el pentacampeón de MotoGP está convencido de que Honda no le fallará tampoco esta vez.

Hoy, de nuevo, he salvado cuatro caídas, las cuatro por el mismo problema de siempre, el tren delantero, con el neumático duro, es muy crítico, mucho. Es posible, sí, que hayamos montado la rueda demasiado pronto, pero ese es, sin duda, el punto donde Honda debería investigar más y ver por qué nunca podemos montar la goma blanda delante, insistió el de Cervera (Lleida).

Márquez, que sueña con conseguir, casi él solito, pues Cal Crutchlow sigue lesionado y Dani Pedrosa ha terminado hoy en la 11 plaza, a un segundo de Rins, el triplete, es decir, añadir a su título de pilotos el de constructores para Honda y el de equipo para la escudería Repsol Honda, cree que la carrera del domingo ha de correrse con cabeza, pues será decisiva en esas dos conquistas ya que, después de Sepang, solo restará Cheste (Valencia) donde, con buena estrategia, se pueden salvar las dos coronas que faltan, en las que supera ahora a Ducati y al team Movistar Yamaha, respectivamente.

El sábado será diferente

Lo dije al renovar el título en Motegi, quiero ayudar a Honda y a mi escudería a ganar esos dos títulos, pero el golpe de Johann Zarco en Phillip Island y este viernes complicado en Sepang nos está poniendo las cosas cuesta arriba, siguió explicando Márquez, que está convencido de que mañana, último día de entrenamiento, estará ya más seguro de sus posibilidades de cara a la carrera. Desde luego, si se corriese hoy (viernes), ganaría Andrea (Dovizioso), fijo, aunque, repito, la Suzuki, con Rins como líder hoy, está ya para empezar a soñar con algo más que el podio.

Márquez, que estuvo toda la mañana bailando sobre su moto, reconoció que hoy he salvado cuatro caídas, una de las cuales hubiese podido ser seria, sí. Preguntado sobre el grado de inclinación de su Honda RC213V cuando salvó las caídas, Márquez comentó que no lo sé cierto, pero seguro que han sido 64 grados, pues cuando llego a 67, es cuando me caigo. Desde luego, el heptacampeón catalán ha reconocido que con esa inestabilidad que, insisto, ha sido provisional sería imposible pelear, el domingo, por la victoria, ni siquiera por el podio.