Hace un par de semanas, poco antes de dar el salto a Japón, Australia y Malasia, la televisión de pago italiana Sky se pasó todo un día filmando, grabando y charlando con gente del pueblo de Forli, cerca del circuito de Imola, alrededor de la casa de mamma Anna, la madre de Andrea Dovizioso. De pronto, el reportero llamó al timbre de la casa y pidió si podía entrevistar «poco, nada, tres palabras» a Anna. La madre de Dovi, modesta, reservada, casi atemorizada, cogió su móvil y llamó a Alessia, una de sus grandes amigas. «Alessia está aquí la TV ¿qué hago?» «Diles adiós, Anna, diles adiós, que como Andrea se entere, se enfadará. Diles gentilmente adiós». Y Anna despidió con educación al equipo de Sky TV.

Marc Márquez. / AFP

Esa misma escena se hubiese podido producir en el adosado de Cervera (Lleida) de la familia Márquez Alentá donde mamma Roser contempla las carreras, sola, de sus hijos Marc y Àlex. Porque si algo tiene la vida de los dos candidatos al título de MotoGP, separados solo por 11 puntos cuando restan por disputarse 75 (Australia, Malasia y Valencia), es que los dos son sencillísimos, modestos, amigables, sonrientes, felices y extraordinarios muchachos. «Solo diré una cosa», dice Márquez antes de despedirse ayer en Phillip Island, «estoy convencido de que, acabe como acabe este pulso, Andrea y yo seguiremos siendo colegas, casi amigos y nos llevaremos de puta madre como hasta ahora».

Márquez contra Ducati

El italiano Carlo Pernat, el mayor zorro con diferencia que existe en el paddock, uno de los descubridores de Valentino Rossi y ahora asesor de Andrea Iannone, explica que «aquí solo hay dos favoritos: la GP17 de Ducati y Marc Márquez. Porque la Desmosedici es, por mucho, la mejor moto de la parrilla de MotoGP y Márquez el mejor piloto. Es tan buena la Ducati, comparada con la Honda y a la Yamaha, que Dovi puede hasta arrebatarle el título al fabuloso Marc, que tiene el cetro en sus manos; solo él puede perderlo». En Motegi (Japón) solo había una Honda (la de Márquez) entre las 14 primeros y cuatro GP17 entre las 10 primeras.

Andrea Dovizioso. / REUTERS

Pernat, que admira sobremanera a Márquez, cree que debería de ser más prudente, más cauto, menos agresivo en determinados momentos. Pero, como otros muchos expertos, no se atreven a decirlo porque Marc, al que muchos llaman el acróbata, el Marciano, lo ha ganado casi todo desde que está en MotoGP (2013) con ese estilo agresivo.

De ahí que muchos consideren que este es un duelo entre el corazón, el coraje, la determinación y la capacidad de asumir riesgos de Márquez y la inteligencia, la experiencia, la sabiduría, la paciencia, la estrategia y el tacto del maestro Dovizioso, como le llaman en Italia. Es un retrato que, en los últimos grandes premios, ha sido maquillado por uno y otro. «Yo sé muy bien cuando puedo y cuando no atacar; sé medir el riesgo; es más, en los últimos nueve grandes premios, he logrado ocho podios y, en el que fallé (Inglaterra), fue porque se rompió el motor de mi Honda sino hasta hubiese podido ganar», recuerda Márquez.

Dovizioso por delante de Márquez, en Motegi. / AFP

"Quien diga que Dovi no arriesga, no se la juega, no tiene ni idea», señala el tricampeón mallorquín Jorge Lorenzo, compañero de Dovizioso. «Andrea ataca, Andrea se la juega porque se siente tan veloz como Marc. Si no eres tan veloz como Marc, si la Ducati no le respondiese, Dovi no se la jugaría. Si eres dos décimas más lento que Marc Márquez, ¡olvídate!, no te la juegues, solo con coraje, arrojo y valentía no ganas a Marc», insistió el mallorquín.

Es evidente que estamos ante un Mundial único. Nadie recuerda un campeonato igual