Estaba cantado, cierto, pero había que conseguirlo. Era evidente que alguien que había triunfado en 12 de los 13 grandes premios disputados no iba a despreciar el primer match ball que se le presentaba, precisamente, en su circuito favorito, aquél en el que debutó en 1991 con un Jordan y que fue el escenario, al año siguiente, de su primer triunfo en F-1 a los mandos de un Benetton.

MISION CUMPLIDA Michael Schumacher (Ferrari) necesitaba dos puntos más que su compañero Rubens Barrichello dos semanas después de conceder, él solito, el 14º título mundial de constructores a la scuderia . Y eso fue lo que sumó Schumi ayer en Spa-Francorchamps: dos puntos más que Rubinho . El alemán, que nunca pudo con el joven finlandés Kimi Raikkonen (McLaren-Mercedes), pletórico durante todo el gran premio, se coronó rey de reyes el mismo día que el Renault dejó tirado a Fernando Alonso, justo cuando era líder del gran premio y soñaba, por qué no, con su segundo triunfo en el gran circo .

Schumacher volvió a ser el más hábil, no el mejor, pues ese galardón recayó ayer en un supermotivado y pletórico Raikkonen, que concedió a McLaren la primera victoria de la temporada y la segunda que no es roja --la primera fue la de Jarno Trulli (Renault) en Montecarlo--, en una carrera emocionante, vibrante pero, sobre todo, caótica. El coche de seguridad --conocido en la F-1 como safety car -- apareció en tres ocasiones, interrumpiendo la carrera y, al final, otorgándole una emoción inusitada, espléndida, ya que todo se redujo a cuatro vueltas de infarto en las que Raikkonen voló hacia la bandera a cuadros.

Como casi siempre, la carrera se inició con otra espectacular salida de Alonso, que partiendo detrás del alemán le superó en los primeros 20 metros, colocándose a rebufo de su compañero de Renault. El coche de seguridad hizo su primera aparición pocos segundos después, cuando Mark Webber (Jaguar) provocó el primer accidente, en el que se vieron mezclados Takuma Sato (BAR-Honda), Gianmaria Bruni (Minardi) y Giorgio Pantano (Jordan).

EL MOTOR DEL RENAULT, ROTO Mientras unos arreglaban sus desperfectos y otros repostaban en sus talleres, Alonso se puso líder de la prueba con tan mala suerte que, a las dos vueltas, estalló el motor de su Renault, inundando de aceite el eje trasero y sus ruedas, lo que provocó que el asturiano perdiera el control del monoplaza haciendo dos trompos consecutivos. "Logré quitarme de en medio a Schumacher y era más rápido que Jarno (Trulli); veía muy seguro el podio y probable la victoria. Lástima, me ha ocurrido lo mismo que en Canadá cuando estaba convencido de que iba a triunfar", se lamentó el de Renault.

RAIKKONEN, EL ´JEFE´ Desaparecido Alonso, amordazado Trulli, desfallecidos los BAR-Honda y con numerosos problemas los Ferrari, Raikkonen se adueñó de la situación y ni siquiera la aparición en dos ocasiones más del safety car --una tras estallarle a Button un neumático y la última a falta de cinco vueltas por el accidente de Coulthard (McLaren-Mercedes)-- sirvió para que el finlandés bajase la guardia y se dejase superar por Schumi. En las últimas cuatro vueltas, cuando desapareció el coche de seguridad, ambos se lo jugaron todo al esprint. El finlandés estuvo magistral, cumpliendo el papel designado al alemán.

Schumi, al final, tuvo suficiente, ¡vaya que sí!, con ser segundo para lograr su séptima corona a falta de cuatro carreras para el final de la temporada.