Iban Mayo ha sido el principal cabecilla de la tristeza en un Tour donde los españoles han decepcionado, sobre todo porque el listón estaba muy alto. Desde 1999, cuando se produjo la primera victoria de Lance Armstrong, un español había acompañado al tejano en el podio en cinco de sus seis victorias: tres veces Joseba Beloki, ausente este año de la carrera (acaba de fichar por el Saunier Duval), y el oscense Fernando Escartín, ya retirado, en una ocasión.

No se debe olvidar que tres españoles (Paco Mancebo, el más brillante, sexto; Carlos Sastre, pese a trabajar para Ivan Basso, octavo, y Oscar Pereiro, un novato interesante, 10º) han terminado entre los 10 primeros. Pero este año, Mayo había levantado mucha más espectativas que repetir, incluso, posición de honor en el podio de París, por debajo del tejano. El pelotón, los expertos, los observadores le daban como un candidato serio, quizás el mejor, o al menos a la misma altura de Jan Ullrich, para tumbar al tejano. Su mágica primavera, impresionante, ganando en todas partes, noqueando en nada menos que en dos minutos al propio Armstrong en el Mont Ventoux, había puesto su candidatura por las nubes.

UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD Mayo se hizo bastante daño cuando se cayó en la etapa de los adoquines. Pero quizás esa caída fue producto del nerviosismo y del no saber afrontar la presión a la que se veía sometido, a la que siempre se verá sometido mientras sus piernas sean testimonio de que están preparadas para ganar el Tour algún día. Y lo están... tiene 26 años, y por lo menos seguirá en activo cuando Armstrong, por ley de vida, tenga que colgar la bicicleta. Es al menos un superviviente, por edad, en las generaciones de ciclistas que el tejano ha ejecutado en sus seis años de dominio.

A Roberto Heras no se le vio, por desgracia suya, a pesar de venir ilusionado. El Liberty Seguros, su equipo, falló hasta el punto de ser el segundo conjunto que menos premios en metálico ha ganado en el Tour, algo realmente extraño en un conjunto dirigido por Manolo Saiz, que siempre había conseguido ofrecer batalla en la carrera. Paco Mancebo fue el que puso más garra y jugueteó con el podio hasta que se le acabaron los pilas. "La jornada de descanso en Nimes me sentó fatal. A partir de allí nunca fui el mismo", ha repetido el mejor español en la general del Tour 2004. Vendrán tiempos mejores. Mayo, sobre todo Mayo, pese a la gran decepción en la actuación de este año, merece una segunda oportunidad.